Cuando el amor es un completo desconocido para las almas solitarias, podrá en algún momento ser su acompañante pero no notaran su presencia, ni seran capaz de identificarlo, porque las palabras no representan el amor, frases muy elocuentes y oraciones maravillosas y de exquisita elaboración no forman parte del amor, porque este se manifiesta con hechos tangibles, acciones concretas en el terreno de la realidad y quizás, nunca se necesiten palabras, porque todo lo que hace lo esta gritando a viva voz y manifestando sin medida, ni limitación.
El perfume de las flores, no lo esparcen ellas, sino el viento que lo recoge y lo dispersa, asi es el amor, el esta en un recipiente que esta franqueado por la ternura del alma y por la sensibilidad del espíritu y solo las acciones muestran su dimensión y dan a conocer su aroma, cuando se ama se hace todo para hacer feliz a quién se le profesa amor.
El amor real no lo definen las palabras, sino los hechos contundentes, el que aporta vida con su muerte, ese ama de verdad, porque aun conociendo que los muertos nada saben, se entrega a la parca para que aquel a quién ama viva.
Decir te amo con locura, no garantiza el amor, porque esa es demencia temporal y cuando se recobra la cordura, el amor se pierde como el humo en el ancho espacio sideral, la seguridad del amor verdadero no te lo dan las palabras que te repitan al oido cada dia, sino las acciones que lo hagan palpable en sucesión permanente.
El amor esta mal definido al considerarse una emoción, las emociones son sentimientos y estos son como el viento, que en su costante variación muestra su rasgo mas acentuado y característico, va y viene y sopla de cualquier lado.
El amor verdadero no lo altera las circunstancias, ni se contamina con la indiferencia o el rechazo, porque el no esta esperando que le den nada a cambio, no exije nada en absoluto como compensación, porque nada puede equiparar su supremacía, no espera nada como recompensa porque esta por encima de las dádivas humanas, no acepta lisonjas, porque estas enaltecen y el no sufre de egolatría, no recibe adulación, porque esta solo las reciben los espíritus encarcelados en las prisiones de la ruindad, hechas con pesados cerrojos de vanagloria y egoísmo.
El amor no es una asignatura impartida en los claustros del conocimiento humano, el se obtiene en la dureza del horno de prueba, donde el fuego lo purifica eliminando toda la escoria para que sea puro y se refine al punto de quedar sin mácula.
El amor no lo podemos conquistar, el conquista, el conoce el sufrimiento a la perfección, porque esta adaptado a el y
eso lo capacita para esperar con dulzura y en completa paz, el amor sabe sufrir en silencio sin exteriorizar queja alguna, puede ser que tarde en llegar, pero cuando llega se queda, no es una ave pasajera para volar cuando se siente amenazada o se considera en peligro, nosotros no elegimos al amor, el nos elige a nosotros.
El amor se agiganta con el sufrimiento, porque este le produce la capacidad de reciliencia al estar por encima del dolor y la amargura , el sufrimiento ensancha el amor, porque elimina todo vestigio de conmiseración, para transformarse en aceite para suavizar las heridas y en bálsamo que produce la cura, el amor produce aguas salutiferas que traen sanidad a los corazones hechos pedazos por los avatares propios de la vida, el amor es miel dulce que destila del panal para los quebrantados de espíritu,
amargados por la infamia de un mundo que reemplaza la bondad por depredación.
El amor es fuerte, no tiene temor, no lo arredra, ni amilana las fuerzas poderosas y colosales de los vendavales que de continuo azotan nuestra existencia.
El amor nunca es acobardado o acorralado, el permanece inhiesto y no se doblega delante de las situaciones de riesgo que asume todo el que ama con genuina verdad.
Apostemos por el amor real, no por la pasion o los sentimientos, estos pasan, pero el amor genuino permanece para siempre.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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