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jueves, 14 de julio de 2022
EL TÚNEL SE CIERRA.
Cuando avanzaba en la niñez, aunque todo era limitado en mi pequeño mundo, no habia sinembargo en el horizonte un final, los cielos se ponian plomizos, venia la lluvia y con ella la felicidad de disfrutar de aquellos posos de agua en la calle que sin recubrimiento del asfalto, insitaban a hacerlos estallar en explendidos copos al saltar sobre ellos y apostar, cual se elevaba mas como paraguas invertido.
Los años se escaparon, la calida niñez paso como un celaje, dando pábulo a la incomprendida adolescencia, y esta sedio su trono a la pujante juventud, que se rindio al avasallante paso de la formidable madurez, quien no pudo sostenerse y claudico ante el paso de la pertinaz vejez, ella llego se instaló y comenzó a forjar el terrible descenso al olvido y ostracismo.
Ahora solo hay recuerdos, algunos vagos y etéreos, que se diluyen en la densa niebla, que pruduce el esfuerzo por tener presente, lo que ya ha borrado el imperturbable tiempo de la memoria y de la mente.
Para llamar a Juan, primero nombramos a Pedro, Chucho, Jacinto y Jose, hasta que por fin logramos dar con el que deseamos;
los oidos no tienen el mismo alcance, es muy comun preguntar, ¿que? ¿ como? O decir, no te escuche bien, repite por favor. Hijo, no te irrites por ello, son etapas de la vida.
Cuando me veas tropezar, el enorme tapete en la sala, que tiene varios metros cuadrados, no significa que no lo veo, solo es que no armonizo, vision y movimientos, porque los nervios motores no responden con prontitud y se hace deficiente el cálculo de cada paso, hijo no te enfades es una simple consecuencia del declive de la vida.
Cuando te pida ayuda para rasurarme, no se me ha olvidado hacerlo, sino que las manos han perdido la elasticidad y movilidad y se hace imposible sostener la afeitadora y hacerlo con eficacia, hijo no te pongas de mal humor, es solo una de las tantas carencias que aparecen al final del camino.
Un dia inesperado no me atare bien la correa y al abotonar la camisa quedara desigual, por haber colocado el primer boton en el ojal equivocado, hijo no te rias, ni me catalogues como un espantapájaros, solo acomoda la vestimenta, pues la vejez me hace mas sensible a las situaciones embarazosas.
Al tropezar y caer, solo ayúdame a ponerne en pie, pues la torpeza ahora forma parte de mi bagaje, hijo, no me recrimines, porque aunque no lo demuestre, me traeran dolor y amargura tus juicios de valoración.
Si, no reconzco a alguien conocido, no se debea jactancia, es solo que el cristalino ya no tiene aquella múltitud de conos y bastoncillos que hacen posible distinguir y reconocer las cosas, no te irrites es presbicia y ella aparece en las ultimas curvas del camino.
Cuando salgamos a dar un paseo, necesito de tu paciencia, mi caminar, no es ritmico, ni rápido, mis extremidades estan acusando el tiempo que se ha ido y solo ha dejado las huellas de impotencia en mi humana naturaleza, no me presiones a seguir tu ritmo, no podria, tienes que adaptarse al mio, pausado e intermitente.
Para finalizar estoy en el tiempo de la recta final y los sueños se han ido y solo, hijo, tu apoyo, entendimiento y compañía permitiran que El Supremo Creador me ayude a terminar esta travesía en paz y buena vejez.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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