La amabilidad se manifiesta en el trato cordial que se da a los demás, es una dulzura en el carácter que se traduce en hacer sentir bien a las personas, hay en su práctica el deseo de ver agradados a todos aquellos con quien se tenga relacionamiento y como es una decisión personal, no es onerosa para el que hace de ella su acompañante permanente.
Eso de hacer que otros se sientan cómodos y distendidos con nuestra presencia, es simplemente el llamado, "don, de gente", porque la idea es disfrutar viendo a otros contentos, es transmitir animo, estimulo y entusiasmo, procurando que las dificultades de la vida sean más llevaderas, vivimos en un mundo bajo constantes presiones que trata a cada momento de hacernos las cosas más difíciles, con las cargas y preocupaciones diarias, el que es amable rompe esas situaciones con su compostura y accionar.
Aunque todo tiene sus inconvenientes, en una oportunidad trate de ser amable y ayudar a una viejecita que cargaba un pesado fardo, ofreciéndole mi concurso para cargar el voluminoso lió y me dijo lacónicamente: si no se aleja de mi grito y agradezca que no he visto un policía para hacerlo meter preso, porque Ud. Lo que quiere es robarme la valija. Con esa contundente interpretación de la amabilidad que le demostré, no me quedo otra alternativa que poner pies en polvorosa, no fuera que cumpliera sus amenazas y ¡ay si es verdad luz que te apagaste!
Bueno estos son casos aislados y muy poco frecuentes, lo cual no debe desanimarnos si nos pasa algo parecido, mostrándonos indiferentes en el trato y relación con los demás, el ser amable tiene muchos beneficios sobre todo para el que lo es, al exteriorizar simpatía generamos confianza, nos produce sensación de bienestar, nos proporciona gratificación y esto se traduce en mensajes que envía el sistema neurológico a todo el organismo de satisfacción, lo que a su vez reconforta induciendo al ser integralmente a crear un ambiente sano que repercute en todo el individuo trayendo salud física y espiritual.
Una persona amable rompe todas las barreras, sean ideológicas, políticas, culturales, raciales, sociales, religiosas o de cualquier otra índole, porque su posición no está centrada en sí misma, sino en hacer sentir bien a los que la rodean, en los ambientes cargados de tensión, cuando hace su entrada una persona con una luminosa sonrisa y hablando con palabras suaves y comprensibles, el cambio en el lugar es inmediato, desapareciendo todo lo que tenía el lugar al borde del colapso.
Debo de aclarar que no todas las personas aceptan que se les trate bien, debido a que algunas están tan acostumbradas al mal trato, que muchas están traumatizadas y ven en la amabilidad un mecanismo para lograr ventajas del que la práctica, considerando ese accionar como un señuelo para atrapar incautos. Algunos son como el campesino rustico que conocí y por haber tenido malas experiencias en sus devaneos amorosos me dijo: "estoy tan acostumbrado a los desprecios que las caricias me fastidian"
De todas maneras ser amable es beneficioso para todos y su práctica constituye un elemento de bienaventuranza en los que la ejercitan, porque aprenden lo importante de ver en sus semejantes individuos dignos del buen trato. Jesucristo nos dio el más claro ejemplo tratándonos bien a todos por igual, sin importar condición o posición.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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