sábado, 14 de diciembre de 2013

En el centro de la vanidad mundial


 

Mientras paseaba en la universidad a la espera del trasporte, me abordo un amigo preguntándome que si iba a trabajar en el evento del Miss Venezuela. A lo que respondí que no estaba enterado del asunto pero llamaría a mi supervisora para que me informara. Y así fue… Mi supervisora últimamente le daba la información de los eventos a un compañero con el cual me la pasaba todos los días y ella asumía que este me informaría a mí, cosa que nunca sucedía. La llame y me informo sobre todos los detalles de la faena, la hora de partida, la paga y también me pidió ayuda para conseguir más muchachos para laborar este día. Es una compañía de seguridad en la cual estoy desde hace más de un año y vamos a muchos acontecimientos alrededor del país.

Llego el gran día, me levante con mucho entusiasmo porque era la primera vez que iba trabajar en el Miss Venezuela, uno de los eventos más importantes del país y no sabía con que sorpresas me iba conseguir. Cuando llego la hora todos los de seguridad nos colocamos en nuestros puestos. Yo junto con otro compañero me encargaba de revisar las entradas y lo que me desconsolaba era que cada entrada general valía 6 veces lo que nos iban a pagar por laborar ese día. Y eran miles de personas las que asistirían, con lo cual no entendía porque era tan bajo nuestro pago. Buehhh… Seguí con mi labor y poco a poco fui percatándome de la gente que iba llegando. Mujeres increíblemente hermosas con trajes espectaculares y los hombres tampoco se quedaban atrás. Bueno los medio hombres, porque la mayoría eran homosexuales. Nunca llegue a ver tantos homosexuales en mi vida. Y a pocos metros de donde me encontraba estaba la alfombra roja de E! entertainment. Me di cuenta que estaba en el centro de la vanidad mundial. Donde se disputaría la corona de la mujer más hermosa de Venezuela y una futura aspirante para la corona del Miss Universo y Miss Mundo. Sin duda alguna estaba entre las mujeres más hermosas del mundo. Muchas que ni siquiera iban a concursar, sino solamente iban admirar el espectáculo, también eran dignas de participar por dichas coronas. Cada persona que llegaba llamaba mucho la atención con sus perfumes, peinados asombrosos, joyas, vestimenta, era impresionante todo lo que estaba viendo. Y había que ser muy precavido porque a veces no se podía distinguir un hombre de una mujer.



Observe tanta superficialidad y me preguntaba que tendrían en su mente estas personas…  ¿Su mundo girara entorno a las apariencias? ¿Juzgaran a los demás por ser feos o no tener estos atuendos tan llamativos y ostentosos? ¿Todo se trata de impactar y provocar miradas? Y en todas estas interrogantes me vi como Socrates cuando paseaba con uno de sus discípulos por un mercado de Atenas, contemplaba y disfrutaba del gran despliegue de joyas, telas, perfumes, cerámicas y otros objetos de otros tipos que se exponían en los diferentes puestos. Se detuvo un momento y comentó a su compañero. «Ciertamente, no sabía que existieran tantas cosas que no necesito para nada».

Colaboración de Jonathan Zuleta Leon