viernes, 29 de junio de 2018

SUJECIÓN vs SOMETIMIENTO




Es un término poco grato y menos aceptado por la generación de turno, debido a que implica disciplina y renuncia al ego, cada vez más inclinado a vivir al margen de lo ético y moral. Cuando se oye la palabra sujeción, lo primero con que la relacionan es sometimiento, y a decir verdad son situaciones opuestas y en total antagonismo.

Sujeción es determinar hacer o vivir de acuerdo normas establecidas, divinas o terrenales ejerciendo el libre albedrío. Ello no implica coacción o infiltración, sino decisiones personales tomadas al margen de detractores o críticos y conlleva a una conducta opuesta a la rebeldía que entre otras cosas define el carácter intemperante de la mayoría de nuestros coterráneos.

Sometimiento implica coartar y subyugar, algo que no tiene que ver con decisiones de quien está sometido, por cuanto no se tiene en cuenta su voluntad, ideas u opiniones, usando todo tipo de medias coercitivas para obligarlo a realizar en contra de sus propias convicciones lo que otro se le antoje.

La sujeción es voluntaria, el sometimiento es involuntario, una mujer que ama a su esposo le atenderá con agrado y con gusto, una que le teme lo atenderá por miedo. De las dos formas se obtienen los mismos resultados, pero las consecuencias serán muy diferentes al final. En una comiquita de hace muchos años un zorrillo confundió a una gata con una hembra de su especie y la resistencia de la gata a sus pretensiones, acicateo en él, el deseó de poseerla, con seguridad por el olor fuerte de ellos, la minina huyo rehusando todas sus galanterías, el asunto es que al final el zorrillo está cantando una oda al amor diciendo: tanto que cuesta el amor, pero al fin somos felices..., al fondo se ve la gata con una segueta cortando los grillos que la someten y la obligan a hacerle compañía.

La sujeción es libertad de acción y decisión, el sometimiento es arbitrario y opresor y se usan métodos que contrastan con la legalidad, aquí en Venezuela tenemos las recetas más atroces del gobierno para mantenerse ejerciendo el poder, juegan con las necesidades básicas, como es el alimento decidiendo quien tiene derecho a recibir la depauperada caja del clap (compartimos la putrefacción) que no alcanza sino para 3 días si la familia es de 4 integrantes y el resto de los días se come  aire molido y viento raspado.

No se someten a las personas solo si están atadas a grilletes y cadenas, si les restringimos el acceso a los bienes y servicios, si los acosamos, si les impedimos el libre tránsito, si los hacemos dependientes de dádivas, si por temor los obligamos a elegir, si con mentiras los controlamos, si con falsas promesas los engañamos, si ponemos trabas en todo trámite para obstaculizar la legalización de documentos para emigrar y otras tantas modalidades totalitarias que restringen y minimizan la voluntad de los individuos, todas son formas maquiavélicas de sometimiento, pero a todos estos titiriteros improvisados les tengo una mala noticia, en pocos días los hilos con que han manejado las marionetas se romperán y se quedaran sin control sobre el sufrido pero digno pueblo venezolano.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.

lunes, 25 de junio de 2018

DOMINIO



Ha sido una constante en la historia de la humanidad la propensión a dominar, parece que la inclinación generalizada es tener bajo control a los congéneres,  muchos piensan que solo hay dos grupos que componen la masa de habitantes terráqueos. Los que ordenan y los que obedecen. Los primeros se consideran privilegiados, creen con firmeza que su aparición en este mundo está signado por la providencia  para subyugar y desde tiempos antiquísimos se han considerado herederos de los dioses, tanto que algunos  han pretendido ser de origen divino y a pesar del avance en las ciencias y el saber, arrastramos en estos tiempos tan tecnificados el pesado lastre de las monarquías ancestrales, donde pululan los reyes y príncipes.

No deja de ser llamativo el hecho de que ningún estado quiera el gobierno de Dios y anhele con ansiedad el de los hombres, desde sus albores el mismo pueblo elegido por Dios para que lo diera a conocer en el mundo entero, rechazo la teocracia y decidió la monarquía, las razones siguen siendo hoy las mismas que hace milenios atrás, un gobierno de Dios exige un elevado estándar moral y el de los hombres permite el libertinaje. 

Toda la pugnacidad y el antagonismo surgido de los seres humanos contra Dios viene del deseo incontrolado del hombre de querer tener todo sin reciprocidad, en los tiempos que corren el hedonismo ha alcanzado decibelios cada vez más altos al reclamar derechos, sin practicar deberes. La libertad la definen como el medio para hacer lo que venga en gana, sin aceptar ninguna responsabilidad de su parte. Los sibaritas del sexo solo quieren disfrutar el placer que origina las relaciones  sexuales, sin importar o reconocer las implicaciones que conlleva al hacerlo sin discriminación, ni freno, ni control.

Somos dominados por que no somos capaces de controlar nuestro propio espíritu, le damos rienda suelta a todas las apetencias mundanales y el espíritu pierde la capacidad de acción y al ser debilitado es sometido por los que tienen la fuerza y el poder físico.
Un espíritu que acepta la esclavitud se somete a la peor bajeza y aunque lo liberen seguirá siendo esclavo, porque su pensamiento y mente permanecerán sometidos, porque ha desaparecido la capacidad de tomar sus propias decisiones. 

Las cadenas de hierro no son las que esclavizan, sino los eslabones enclaustrados en la mente que terminan con el sentido de libertad y toman la esclavitud como estilo de vida. Si se piensa como esclavo no habrá poder que  libere, si piensa como libre no habrá poder que  esclavice.

La esclavitud seguirá siendo más un acto de sometimiento voluntario, que una aptitud de poder del esclavista.

POR EL PASTOR: FERNANDO  ZULETA VALLEJO

viernes, 22 de junio de 2018

SOMETIMIENTO




El sometimiento es un estado donde el individuo pierde la capacidad de tomar decisiones propias, por lo cual se convierte en una persona incapaz de reaccionar ante las circunstancias que se le presentan en la vida, me acuerdo de una mujer que conocí siendo ella una joven veinteañera y era incapaz de tomar decisiones tan elementales como elegir un par de zapatos, esto debido  a la sobre-protección de que fue víctima desde su niñez , ella era única hembra en el grupo de hermanos y solo uno era menor, por lo cual todos ejercían autoridad sobre ella, todo paso porque desde muy pequeña quedo huérfana de padre, y la madre y sus hermanos enfilaron baterías en sobre guardar a la única niña de este ramillete familiar, el resultado fue que durante mucho tiempo no pudo tomar sus propias decisiones, siempre salía acompañada o bien de alguno de sus hermanos o de la madre y nunca podía elegir nada en absoluto, la santa madre aun habiendo superado la etapa de la  adolescencia la peinaba y la vestía como una niña, tal vez ella pensaba que de esa manera la muchacha no alcanzaría a ser adulta y en lo muy recóndito abrigaba la esperanza que siempre fuera niña al estilo puro del país de nunca jamás de piter pan.

En el fondo quienes hacen esto están convencidos de hacerlo por el bien del otro, pero aunque sus intenciones son buenas, sus resultados son  pésimos, la persona que vive esta mala experiencia crece en la parte física pero no madura en la parte emocional y se coarta la capacidad de reacción y decisión, en otras palabras creamos un paralitico mental, que es peor que uno físico. Un ser humano con limitaciones físicas puede superar la adversidad y llegar a sobreponerse ante los avatares de la vida, pero el que tenga la mente atrofiada está en completa imposibilidad de vencer los obstáculos.

La imposición está en contra de la naturaleza humana, sea cualquiera  la fórmula que se utilice para llevarla a cabo, socavando uno de los bienes más preciados de las personas como es la excelsa libertad.

El dominio sobre un individuo, un grupo o una nación, surge de la mezquindad y estrechez de la mente de quien lo ejerce, una mente con amplitud siempre proclamara la igualdad, porque no podemos tener como callejón de honor para nuestro transito terrenal hecho con las murallas construidas por hombre sometidos al antojo y capricho de la exigua capacidad de aceptación de la libertad de otros.

 “Que me odien, con tal que me teman”, es una frase atribuida al megalómano de siete suelas que fue Calígula el temible emperador romano en la época de la decadencia imperial, que puede encarnar a la perfección con los ideales de todos los que impone su voluntad a sus congéneres.

Uno de los defectos peores de los que imponen su voluntad es el cinismo, jamás un represor de la libertad le preocupa la opinión ajena, el no siente ni padece por lo que otros piensen de él,  en sus adentros se dice para sí mismo, mientras pueda hacer lo que quiero, lo que digan los demás no tiene importancia. No hemos escuchado frase parecidas a: que importa lo que diga el mundo, si aquí mandamos nosotros.

El deseo de dominio es una respuesta a la incapacidad de control sobre si mismo y como reacción quiere someter hasta donde le alcance el poder que ostenta, sea fuerza física, capacidad económica o capacidad bélica. A veces los padres que no tuvieron éxito, quieren que sus hijos alcancen las cimas que ellos jamás conquistaron y se convierten en tiranos pretendiendo que sus descendientes superen con creses sus expectativas, de esa manera se creen resarcidos, sin dejar que sus hijos elijan con libertad alcanzar sus sueños, no entienden que ellos no están para cumplir sueños ajenos, sino los propios.

Cada individuo debe tener libre elección, una cosa es aconsejar para el bienestar ajeno y otra es imponer nuestro criterio para la auto-complacencia.

El sometimiento es una negación de la individualidad, porque vulnera el legado otorgado por la providencia de la libertad. Una persona que somete está pasando por encima de la ley divina que nos entregó el libre albedrío. Una persona sometida pierde la capacidad de decisión y termina con alienación mental.

Un hombre sometido termina siendo una caricatura de su especie, un pueblo sometido termina siendo un rebaño de borregos.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.