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Cuando los conflictos han llegado a
lo que coloquialmente se dice: no hay vuelta atrás, es de imaginar que
independientemente de lo que se diga o se piense sobre el asunto no tiene
valor, ni sentido para los que han tomado la fatal decisión, pero es indudable
que si no pensaran en ellos mismos, sino en los hijos que son quienes reciben
el impacto directo y las consecuencias más letales, se podría abrir una ventana
al problema, para que sea ventilado desde la panorámica de ellos y no de la
nuestra, lo que sucede en la mayoría de los casos es que queriendo defender el
punto de vista personal para convencer al entorno y para sentirnos bien ante
los reclamos de la conciencia apelamos al razonamiento lógico encontrando
asidero para asegurar: tengo la razón. Tener la razón no es tener una patente al
estilo de James Bond (007) espía británico con licencia para matar, eso forma
parte de lo fantasioso del séptimo arte
y nosotros no somos actores de ficción en
la vida, sino protagonistas reales y de carne y hueso en el tiempo y el espacio
concretos.
Ante circunstancias de esta
naturaleza, las preguntas que nos hacemos no deben girar en torno de nosotros,
queriendo respuestas que diluciden lo que nos pasara personalmente, sino al rededor de los hijos y
sobre lo que les pasara a ellos si rompo el vinculo de la unión o matrimonio,
en este momento crítico se puede ver el abanico de fatales consecuencias que
traerá como arrastre para los hijos, las decisiones que en este sentido tomen los padres y sería muy provechoso hacer una lista de esas temidas
posibilidades, y se pudiera comenzar por preguntar: ¿ cuál será el efecto
negativo en su insipiente personalidad si rompo el vinculo familiar? ¿Qué
desviaciones ocurrirán si mis hijos se crían en un ambiente desequilibrado? ¿En
qué proporción contribuiré para que ellos elijan caminos desviados, si no estoy
a su lado permanentemente? ¿Qué posibilidades tendrán ellos de ser personas de
bien si se rompe en pedazos mi relación de pareja? Si mañana uno de mis hijos se convierte en un
cáncer en la sociedad ¿Cuánta es mi responsabilidad en el asunto? Las preguntas
de esta índole son ad infinitum y todas
las respuestas son comprometedoras para los padres, porque directamente son
responsables por los hijos.
Las normas que regulan el matrimonio no pueden ser acomodaticias a los criterios humanos, ya que nuestra inclinación innata a evadir los compromisos nos llevara siempre a hacer lo que es conveniencia personal en detrimento de terceros, es una inclinación perversa, por eso no puede haber tolerancia en ello, hay muchas cosas que las personas harían o dejarían de hacer si las leyes no lo ordenaran o prohibieran respectivamente, porque sencillamente no actuamos por códigos programados, como pasa con los animales, ellos seguirán haciendo las mismas cosas e iguales, ellos obran por instinto, eso equivale a decir que no interviene la voluntad, porque eso está grabado y establecido en sus cerebros y permanecerá para siempre, en el ser humano aparte de que también tiene códigos establecidos, tiene una ley moral, que lo hace saber la diferencia entre lo bueno y lo malo, tiene un espíritu divino que lo concientiza sobre lo espiritual y lo relaciona con Dios y tiene voluntad y razonamiento, en los animales esto es neutral, ni hay leyes morales , ni hay conciencia, ni hay espíritu, ni hay voluntad, ni razón, por lo cual todo lo que hagan es neutral para ellos, es decir ni bueno , ni malo. Pero todo ser humano echo a imagen y semejanza de Dios tiene responsabilidad por lo que haga o deje de hacer sea bueno o sea malo.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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