Había
oído decir que el famoso tren de los valles del Tuy tenía un lugar preferencial
para personas discapacitadas, mujeres en estado de gravidez o con niños
pequeños y para personas de la tercera edad, motivado por esta fantástica idea
arregle un viaje especial a la gran urbe de Caracas, llegando con grandes
expectativas al terminal sur de Charallave, pero todas cayeron con estrepito
asombroso en un santiamén, cuando el primer obstáculo que tuve que sortear con
grandes dificultades fue llegar al vagón señalado como privilegiado, pues en
primer lugar había una aglomeración bastante grande y allí no se sabía quien
era quien, porque literalmente no existía espacio, ni cola alguna, simplemente era
una masa informe de gente, que se empujaban unos a otros, cada uno tratando de
conseguir la mejor ubicación, sin tener en consideración a ninguna persona,
estuviera limitada o no y el control por parte de las autoridades brillaba por
su ausencia total y absoluta, menos mal que vivimos en el país más feliz de la
tierra: el de la indolencia.
Viendo
pasar trenes y sin poder abordar alguno, porque me sentí atemorizado e
impotente ante el desenfado y el acometimiento violento de esta juventud
irracional y carente de las más elementales normas de convivencia, estaba a
punto de emprender la retirada cuando intempestivamente fui llevado en volandas
e introducido en el vagón, muy a mi
pesar y con resistencia incluida, sin lograr pasar más de medio metro(50
cms) al interior, ya que la cantidad de personas que habían, simplemente no lo
permitían y como quedaron las puertas abiertas, siguieron introduciéndose a
como diera lugar, entre ellas un bella joven de nombre Jacqueline, que después de
suplicar que le permitieran un pequeño espacio, diciendo mire que soy delgadita
y pequeña y quepo en cualquier lugarcito, fue posible hacerle un reducido
espacio, para ello necesite hacer un esfuerzo fenomenal, púes me toco llevar
sumido el estomago durante toda la travesía, aun en esas condiciones pudimos
entablar una amena conversación, haciendo toda clase de especulaciones parta
mejorar este caótico transporte.
Estas
son algunas de las ideas que surgieron en este tiempo de plática y del
dramático viaje:
_
debiéramos pedirle la formula de la chicotolina al chapulín colorado.
_ como
los vagones del tren son altos se podría hacer una especie de mezanina y
acostar una buena
cantidad de personas en ella.
_
sensibilizar a los que están sentados, para que habrán espacio a un tercero en
medio del asiento, de hecho algunos lo están poniendo en ejecución
_
enseñarles a colaborar llevando cada uno de los que están sentados, uno
cargado.
_
hacer una línea de transporte paralela en burro, la dificultad es que solo
serviría para turistas sin apuros y sin oficio, pues el viaje durara tres días.
_
construir un succionador, el peor problema es que las féminas siempre llegaran
con el pelo alborotado, ya que este trabajaría absorbiendo lo que se meta en su interior.
_
añadir cuatro vagones mas a cada tren en las horas pico, pero que salgan con la
regularidad que lo están haciendo en el momento, el inconveniente es que no hay
dinero para la adquisición de nuevos elementos de transporte.
_
Si los partidos políticos tienen el descaro de pedirle un día del equivalente
del salario como donación a sus correligionarios, para hacer proselitismo
político, ¿Por qué no pedimos lo mismo a los usuarios del ferrocarril, para
comprar nuevos vagones, sabiendo que los beneficiados directos somos los que viajamos en ellos?
Amanecerá
y veremos, aunque con toda certeza, Dios es el único que puede hacernos
prevalecer en este valle de sombra de muerte.
Por
el pastor: Fernando Zuleta V.
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