martes, 12 de junio de 2012

LAS PROMESAS






¿Cuántas veces hemos sido víctimas inocentes de las promesas? ¿Qué condición especialísima nos hace creer en ellas? Tal vez las preguntas no tengan respuestas precisas, lo que si tenemos claro es que tenemos propensión a aceptarlas, a recibirlas y a esperarlas. ¿Qué es una promesa? Es el compromiso de hacer algo requerido u ofrecido en un tiempo determinado parta el beneficio de otros y generalmente siempre está supeditado a la obtención de una exigencia del promesero a los que oyen la oferta, como dice el dicho popular: no da puntada sin dedal. 




Los padres les hacen promesas a los hijos si se comportan bien, si aprueban los años de estudio, si sacan tal o cual promedio, si abandonan alguna manía y por innumerables razones, la cuestión es que en este sentido se parece mucho a un trueque, tú me das esto, yo te doy aquello, son como una especie de intercambio y no existe promesa sin demanda, esa es la causa principal por la que no se puede exigir el cumplimiento de ellas por parte de los que las hacen, si los que la esperan no cumplen su parte. En este sentido la promesa se invalida cuando el que la espera no ha hecho lo que se le demandaba para poder cumplírsela. Vemos claramente la puesta en marcha de la ley de la reciprocidad, donde cada uno desempeña un rol fundamental en favor del otro y ambos se benefician, es lo que los expertos en biología animal llaman mutualismo, cuando especies diferentes interactúan  beneficiándose mutuamente, en los humanos se llama cooperación. Lo que queda diáfanamente demostrado es que no hay posibilidad de sobrevivencia de ninguna forma de vida sin la interacción de las demás.  




Como la interacción es cosa natural en los organismos vivos, cabe esperar que se comporten atendiendo esa ley y de hecho todas las especies actúan obedeciéndola, con la excepción por supuesto del único inteligente y capaz de modificar su entorno: el impredecible ser humano. Sin embargo no puede desprenderse de lo que forma parte integral de su ser, como la necesidad de la interdependencia, porque el día que cometa ese exabrupto dejara de existir sobre la faz de la tierra. Así es que obedeciendo esa ley natural no escrita en las legislaciones terrenales, ni decretada por autoridades humanas, pero si estampada en la conciencia y en cada célula que conforman su ser integral, por el Arquitecto del Universo, es que creemos en las promesas por ser estas una manifestación evidente de que nos necesitamos unos a otros para vivir con más comodidad y en mejores condiciones sobre esta tierra.




Para mí esa es la razón fundamental y principal por la que creemos en las promesas, la causa por la que les prestamos oídos y el motivo especial por el que las aceptamos, es una incuestionable necesidad inherente del homo sapiens, tú me das yo te doy, por supuesto que hay intereses en este intercambio, pero precisamente en eso se basa su existencia en lo inseparable que es de su entorno (ecosistema) de su especie (interdependencia) y de su Creador (dependencia). La diferencia en las promesas de los hombres y las de Dios, es que el hombre promete y no cumple y Dios las cumple todas, por razones lógicas ¿en quién debes confiar en el hombre o en Dios? pero como tú eres dueño de decidir ¡LA ELECCION ES SOLO TUYA!

Por el pastor: Fernando Zuleta V.




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