Todas
las personas necesitan que se les reconozcan sus capacidades, pero la tendencia
general, es siempre de ver sus deficiencias y fallas, en realidad estamos más
interesados en ver los errores que los aciertos, creo que esta grave debilidad
se debe que es un medio de consolarnos para no sentirnos tan mal por nuestras
propias carencias y viendo las de los demás pensamos: tiene defectos peores que
los míos. Esto es lo que se llama en lenguaje coloquial, "consuelo de
tontos", porque en realidad la preocupación tendría que estar centrada en
nosotros mismos, con la idea de mejorar en todos los ámbitos y no conformarnos
con creer que hay otros peores.
Eso
se parece mucho a las riñas callejeras de los jóvenes, cuando encontramos a uno
conocido que viene de una reyerta y esta golpeado, sangrando por la nariz, con
un labio partido y vuelto un esperpento, al decirle: oye, te dieron duro, el
responde para demostrar que a pesar de todo gano el pleito, diciendo: es cierto
pero ¡si vieras como quedo el otro! Esto por supuesto es una actitud
auto-destructiva por cuanto no tiene en cuenta lo mal que salió del asunto, sino
lo peor que le fue al contrincante y se conforma con toda la calamidad que infringió.
Sin aceptar que ambos perdieron la
contienda, porque no fueron capaces de dominar sus instintos primitivos y
resolvieron las diferencias por la vía menos adecuada como es recurrir a la
violencia física. Todo ser humano merece respeto y consideración, ya que lleva
impresa la imagen de Dios y eso debería de causarnos temor para actuar en su
contra, ocasionándole detrimento en cualquiera de sus componentes (alma, cuerpo
y espíritu) porque simplemente un ataque contra el hombre, se traduce en una
arremetida contra su Creador.
El reconocimiento por los aciertos hace que
las personas se sientan desafiadas a superar lo que han alcanzado y se
esfuercen por lograr nuevos éxitos, pero la falta de gallardía impide que
hagamos el reconocimiento por ello y de esa manera se desmotiva a quien tiene
interés en avanzar en la conquista de objetivos, peor aun si solo señalamos las
cosas que no hizo adecuadamente y siempre ponemos el ojo en las minucias y no
en el resultado final de la meta.
La
necesidad del reconocimiento es una ley implícita y una necesidad explicita,
porque no basta con pensar en lo bien que actuó el otro, con la consabida idea,
él sabe que lo hizo bien, pero el también espera que se lo reconozcamos
puntualmente, siempre nos encontramos con la dificultad de reconocer los
meritos de los demás, creo que es más bien un complejo de inferioridad,
pensando que si estamos de acuerdo con el éxito del otro nos hacemos inferiores
y dejamos a un lado el consejo divino que debemos ver a los demás como
superiores a nosotros mismos, porque esto trae bienestar a todos y nos despoja
del clásico egoísmo tan difícil de erradicar de nosotros.
Cuando
reconocemos los meritos de otros, estamos haciendo una valoración de todo el
género humano, por lo cual es incluyente, cuando obviamos los éxitos ajenos
estamos menospreciando a toda la humanidad, por lo cual es excluyente.
Recordemos que todos los hombres fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, el
pecado ha desdibujado y alterado esa imagen en nosotros, pero en Jesucristo se
restaura totalmente.¡ la decisión es tuya!.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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