La sentencia
más famosa sobre la verdad la pronuncio Cristo cuando dijo: y conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres.(jn. 8:32)
La cuestión
es que el hombre siempre quiere llegar al conocimiento, dejando a un lado la
sabiduría y conocimiento sin sabiduría es caer en las tupidas redes de la
mentira, por la simpleza de emplear solo las neuronas en su estado natural,
esto equivale a usar la fuerza bruta sin entendimiento, por lo tanto los
resultados de dichas acciones son escasos y limitados.
El
conocimiento por emplear solo capacidad humana es llevado a los extremos y toda
verdad llevada a los extremos se constituye en un error, esto sucede habida
cuenta de que el poderoso intelecto de que disponemos sin sabiduría es como un
planeta sin agua y sin aire, inhóspito y mortal para cualquiera ser viviente
conocido.
Porque no
somos solo cuerpo, también disponemos de alma y espíritu y es imperativo que
los tres elementos esenciales que componen en integridad al ser humano
funcionen en armonía y de igual manera estén vivificados en su totalidad. ¿Cómo
se explica eso? Parece sencillo, aunque tiene sus complejidades. El cuerpo está
vivo porque el alma le da vida, el alma está viva por que el espíritu le da
vida y el espíritu del hombre está vivo, si el Espíritu de Dios le da vida. De
allí se deduce que se puede estar vivo en lo físico y muerto en el espíritu.
Ahora bien
toda separación de estos componentes del
individuo origina muerte, si se separa el alma del cuerpo, hay muerte física,
si se separa el espíritu del alma hay
muerte espiritual, igual si el espíritu del hombre se separa del de Dios.
Nunca habrá
integridad si alguno de estos tres elementos que conforman al hombre esta
apartado, somos tricótomos y esta característica única hace imperativo que se mantenga para conservar la
vida, tener sabiduría y conocer la verdad.
La verdad
nunca puede ser conocida por medios naturales, tiene que intervenir lo
sobrenatural, porque no es la capacidad cerebral la que nos da ese
entendimiento, sino el Espíritu de Dios, así podemos entender el dialogo que
tuvo Cristo con sus discípulos, cuando pregunto. ¿ ¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Algunos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o
alguno de los profetas.» Entonces Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen
que soy yo?» Pedro le contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces respondió Jesús: bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no
te lo revelo carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Todas las
respuestas anteriores a esa, eran suposiciones y conclusiones, por ser
producidas por el pensamiento y deducción exclusiva de la mente humana, la
verdad salió a la luz cuando intervino Dios dando sabiduría a Pedro para
entender, de otra manera seria imposible.
La verdad a
que nos referimos es Cristo, que es la verdad absoluta, existen innumerables
verdades casi en su totalidad relativas que dependen más de la subjetividad que
de la objetividad, por esa causa todos somos conocedores de cientos o miles de
verdades parciales, pero de la absoluta pocos.
Por el pastor:
Fernando Zuleta Vallejo.
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