¿Que hace el
silencio en el caos del mundanal ruido?
crea un
oasis donde los pensamientos son libres y elevados
impidiendo
que sean perneados por las ráfagas de ideas ambiguas
Que emiten
señales de la descomposición social en su locura
Taladrando
la mente con interpretaciones irracionales
Producidas
por andanadas de ideas infecundas, sin sentido.
El silencio
es la resiliencia de las almas llenas de tenacidad
Capaces de abstraerse
del ruido de la urbe que enloquece
Dejando
atrás el desvarío, de un mundo en estado compulsivo
Arrastrado por
la turbulencia huracanada del aire embravecido
A las fronteras del desequilibrio irracional y sin sentido
Imprimiendo como marca indeleble al terrible
extravió
De la
humanidad colmada por la insensatez reinante.
El silencio
es la fuerza poderosa que te aleja del abismo
En que ha
convertido el hombre la bella morada terrenal
Que Dios nos
entregó como edén y convertimos en infierno
El diluye
las capas que envuelven todo el pertinaz ruido
Impidiendo
que tan densa y abrumadora contaminación sónica
Trepane la
cabeza, ofuscando el cerebro y perturbando
la mente
El silencio
es el poder que actúa como aislante protector
Interceptando
todas las señales mezquinas y fraudulentas
Que del
mundo interior salen en atropellada estampida
Saturando la atmósfera del ruido mefistofélico salido del averno
Arruinando
sin piedad la residencia que Dios nos dio para
habitar.
El silencio
es fuente de quietud en medio de la algarabía presente
Contrarrestando
todas las ondas que anulan la paz y el sosiego
Es el muro
de contención para detener las olas de la insatisfacción
Que emanan
de la turbulencia de las almas devastadas y oprimidas
Por la
arrogancia del mundo que actúa sin dirección y sin sentido
El silencio
es la respuesta a la insensatez del cínico enloquecido
No hay mayor sabiduría que callar ante la
bravuconada compulsiva
Dejando sin asidero y punto de apoyo al
discutidor empedernido
Eliminando
el combustible que aviva el fuego, fulminando la flama
extinguiendo la llama, trayendo la paz del alma y alejando la locura.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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