¿Amas el
dolor amigo mío
Que no
quieres consuelo en tu aflicción?
¿Por qué
eliges vivir en esa condición?
No, fui
quien escogió el dolor
El me separo
en la multitud
Haciéndose
inseparable compañero
¿Por qué fuiste
tú su elección?
Tal vez por
ser meditabundo
Por vivir en
el tiempo de lo absurdo
Creyendo que
el mundo iba bien
Por mantener
el silencio sin quejas
Los pensamientos
apaciguados
Sometidos al
enclaustramiento
Sin permitir
que fueran liberados
Capaces de
alcanzar la cumbre
Que los hechos
concretos logran
¿No puedes
reclamar tu libertad?
¡Ahora es mi conyugue por decisión!
He adquirido
lo que jamás alcanzaría
Con este extraño y raro consorte
Poder entender
al ser en su agonía
Estar al tanto
del sentimiento ajeno
Saber la intensidad
del dolor del llanto
Comprender el
quebranto del sufrido
Hacerme un solo ser, con el desvalido
Ser unido en
cuerpo y alma con el vencido
En los trágicos
combates de la vida
Donde huyó
la esperanza y se fue la fe
Y solo se
ven en el desierto solitario
Sin agua para saciar la sed enfurecida
Que hace
arder las entrañas afiebradas
Haciendo hervir
la sangre a borbotones
Calcinando los
huesos hasta hacerlos polvo
Quemando la carne
convirtiéndola en ceniza
No vez que me
ha hecho un hombre el dolor
Sin él no entendería
las cuitas del humano
No conocería
la amable compasión
Ni podría practicar
la misericordia
Estaría sin
vida como el mar muerto
Nunca extendería
la mano al desamparado
Jamás me ocuparía
del indigente
No tendría acercamiento
al menesteroso
Rechazaría
sin sentir a todo el desgraciado
Entiendes porque
el dolor es mi aliado
No es que él
me tenga sometido
Soy yo quien
lo tiene asido.
Por el pastor:
Fernando Zuleta Vallejo.
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