lunes, 1 de enero de 2018

¿A DONDE VAMOS?




El hombre sin Dios es un océano de confusión, creando en la mente un campo de batalla donde se dan cita todos los monstruos imaginarios y reales para dirimir superioridades y definir quién se queda al mando.

Esa es la razón por la que en el ser humano se presentan fieros combates en su interior y aunque en apariencia este en control de sus emociones, solo cada individuo sabe la terrible verdad que se vive en ese escenario de pugnas  mortales donde la maldad quiere establecer su reino y la chispa divina que aun alumbra la conciencia se resiste a claudicar.

Los combates más letales no han tenido  como escenario los campos de batalla donde millones de seres humanos han muerto producto de confrontaciones armadas, sino que se libran en la mente de cada hombre para zanjar diferencias entre el bien y el mal.

Me asusta el hombre empecinado en conquistar el universo, sin conquistarse asimismo; no ha logrado nada todavía y aunque ha invertido ingentes recursos en su incipiente aventura, ha desperdiciado grandes oportunidades de vivir en la tierra en completa paz y armonía. Porque lo que quiere es dominio, no reciprocidad y entre más consigue éxito personal, más grande se hace la brecha entre los individuos.

Según el llamado heredero de Albert Einstein, el experto en física cuántica  Stephen Hawking, es apremiante conseguir un planeta en donde vivir porque la tierra en cien años es inhabitable y se tiene el grande riesgo de que desaparezca el género humano. Está claro que sus conjeturas son el resultado de haber desechado a Dios de su prodigioso pensamiento, porque es ateo, es una total paradoja que su brillante mente no puede traer luz porque está en tinieblas y sus ideas estén saturadas de negros nubarrones.

El hombre en tinieblas va en la búsqueda de soluciones naturales a los conflictos que le plantean su existencia, pero el hombre en luz camina en la dimensión espiritual para dar salida a las dificultades por medios sobrenaturales y esos solo vienen de la providencia divina.

Mientras estamos buscando respuestas a la crisis existencialista en las estrellas, lo lógico será conseguirlo en quien las creo, pero la intención permanente de ignorar al Señor de  Señores, solo consigue ampliar la brecha entre criatura y Creador y en este particular caso ¿quién será el perdedor?

Lo dejo a su consideración y a su libre interpretación.



Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.

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