El hombre
sin Dios es un océano de confusión, creando en la mente un campo de batalla
donde se dan cita todos los monstruos imaginarios y reales para dirimir
superioridades y definir quién se queda al mando.
Esa es la razón
por la que en el ser humano se presentan fieros combates en su interior y
aunque en apariencia este en control de sus emociones, solo cada individuo sabe
la terrible verdad que se vive en ese escenario de pugnas mortales donde la maldad quiere establecer su
reino y la chispa divina que aun alumbra la conciencia se resiste a claudicar.
Los combates
más letales no han tenido como escenario
los campos de batalla donde millones de seres humanos han muerto producto de
confrontaciones armadas, sino que se libran en la mente de cada hombre para
zanjar diferencias entre el bien y el mal.
Me asusta el
hombre empecinado en conquistar el universo, sin conquistarse asimismo; no ha
logrado nada todavía y aunque ha invertido ingentes recursos en su incipiente
aventura, ha desperdiciado grandes oportunidades de vivir en la tierra en
completa paz y armonía. Porque lo que quiere es dominio, no reciprocidad y
entre más consigue éxito personal, más grande se hace la brecha entre los
individuos.
Según el
llamado heredero de Albert Einstein, el experto en física cuántica Stephen Hawking, es apremiante conseguir un planeta en donde vivir porque
la tierra en cien años es inhabitable y se tiene el grande riesgo de que desaparezca
el género humano. Está claro que sus conjeturas son el resultado de haber
desechado a Dios de su prodigioso pensamiento, porque es ateo, es una total paradoja
que su brillante mente no puede traer luz porque está en tinieblas y sus ideas estén
saturadas de negros nubarrones.
El hombre en
tinieblas va en la búsqueda de soluciones naturales a los conflictos que le
plantean su existencia, pero el hombre en luz camina en la dimensión espiritual
para dar salida a las dificultades por medios sobrenaturales y esos solo vienen
de la providencia divina.
Mientras estamos
buscando respuestas a la crisis existencialista en las estrellas, lo lógico será
conseguirlo en quien las creo, pero la intención permanente de ignorar al Señor
de Señores, solo consigue ampliar la brecha
entre criatura y Creador y en este particular caso ¿quién será el perdedor?
Lo dejo a su
consideración y a su libre interpretación.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario