(Dedicado a todo conyugue, que ha tenido que despedir a su consorte)
Hoy tuve que
dejarla ir
Las palabras
no existían
La mente no
reacciono
El corazón
no participo
todo fue un
abismo
sin sentido,
inexplicable
la razón no
era conocible
el sentido
común había huido
los
pensamientos no coincidían
solo miradas
sombrías
se
encontraban sin entender
porque este
atardecer
triste y
melancólico inédito
lleno de
desesperanza
de lúgubres
espantosa
de presagios
pavorosos
de imprevistos tenebrosos
llegaba a
nuestras vidas
sin
participar, sin avisar
abrupto, sin
compasión
indiferente
ante el dolor
impertérrito
ante la tragedia
de sorprendente
realidad
lleno de cruel verdad
tu mundo se
hizo pedazos
el mío se volvió
añicos
el de
nuestros hijos polvo
solo quedan los
rezagos
de sueños
hechos piltrafas
tal vez en
otros lares ignotos
podamos otra vida iniciar
no sabemos
si será posible
sin intentarlo no lo sabremos
tu partida
hace doler el alma
hacerte quedar
sería un suicidio
aún queda un
resquicio de fe
esperaremos con ansia tu regreso
o el
reencuentro en el destierro.
Por el pastor:
Fernando Zuleta Vallejo.
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