miércoles, 28 de marzo de 2012

UNA HISTORIA FICTICIA.

           



La demagogia en su sentido más simple es decirle a la gente lo que quiere oír, con el fin de obtener de ellos el consentimiento para hacer lo que se proponga convenciéndolos que hacen lo correcto y que están ejerciendo el control de sus vidas.




La demagogia es una manera de control sobre los demás sin que estén apercibidos de ello debido a que escuchan la música que les agrada y siguen de buen gusto a quienes los manipulan pensando que sus decisiones tienen que ver con elección y pensamiento libres. El demagogo recurre a la mentira como arma más efectiva para alcanzar sus objetivos, es un profesional en la artimaña del las promesas y siempre está informado sobre las necesidades más generales y apremiantes que incluyan el mayor número de personas.






Una de las características que maneja con más habilidad el demagogo, es la capacidad de crear esperanzas, en esto es un verdadero artista, pienso que todo aquel que se precie de buen demagogo siempre lleva en su bagaje una cantidad promesas que señale los cambios que se requieren, pero todo con el propósito de alcanzar las metas personales que se ha trazado y jamás para cumplir con las necesidades de los que son victimizados con fines innobles y desleales.





Aristóteles fue el primero que definió la demagogia diciendo, que era la forma más corrupta y degenerada de la democracia, seguramente viendo como los políticos de la época  estimulaban las necesidades, sentimientos o deseos de las personas, (cualquier parecido con la realidad de nuestros tiempos es extraña coincidencia). Esto debido a que en estos tiempos que corren no existen políticos, los eliminaron los demagogos.

Conocí un país de las indefiniciones, que vivía de ilusiones y de promesas de sus gobernantes, donde cada uno a su turno prometía terminar con la agobiante corrupción, que era la marca de fábrica de sus habitantes, pero que avasallantemente se manifestaba en sus poderosas y gloriosas fuerzas armadas, puntal y sostén de su espectacular democracia, que garantizaba la impunidad a todos los corruptos.

 


Me decía un buen amigo cuando preste servicio militar, casi todo mi tiempo la pase muy bien, pues estuve destacado a las órdenes del general morrocoy, ¿hay alguien con ese apellido, pregunte intrigado? No, lo que pasa es que un general tenía una hacienda donde practicaba la quelonicultura (explotación económica a gran escala de los quelonios), y tenía un grupo elite en guardia permanente en el cuidado de los cientos de morrocoyes que criaba y explotaba económicamente y nuestra tarea en las fuerzas armadas era  servir en el mantenimiento y cuido de estos animales. ¿Y de cuantos se componía el grupo? Entre doce y quince (12 y 15) hombres, ¿Y quién los pagaba? Bueno estábamos prestando servicio militar, todos estábamos de cuenta del gobierno. Sin comentarios.



En otra oportunidad me hablaron del general gasolina, este estaba destacado en la frontera donde los habitantes de los dos lados viven del contrabando, pero sobresaliendo por lo abrumadora cantidad, el de los carburantes, que son millones de litros diarios y por cada litro hay un porcentaje para el general que tenía el comando y la responsabilidad de combatir, los ilícitos en el lugar, principalmente el contrabando de gasolina, ¿y cómo funcionaba eso ? muy bien, solo pesquisaban y decomisaban los que no pagaban la factura proforma, así se llamaba el impuesto que cobraba el general gasolina. Sin comentarios.



También oímos del general de las aguas mansas, ese estaba destacado en el puerto principal y toda importación que llegara al lugar, estuviera con todos los requisitos legales o no, para poder ser autorizada la salida de la mercancía, necesitaba la colaboración para el abnegado servidor de la patria, que por supuesto si era contrabando, la tajada seria más jugosa y elevada. Sin comentarios.



¿Y eso sucedió cuando? Hace muchos años entre los ochenta y noventa (80 y 90) del siglo pasado, que alivio creí que me estabas hablando del presente, no, ahora no pasa eso ¿seguro? Si con toda seguridad. Los generales no son los que tienen el monopolio, la democracia que vivimos ha legitimado la corrupción y la ha expandido a todos los niveles, cualquier empleado o funcionario del gobierno, dueño de empresa o trabajador, oficial o suboficial, se puede meter en el negocio súper-productivo de la mal hadada corrupción. ¿Y no hay peligro? De ninguna clase, para los corruptos no hay ley.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.




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