lunes, 19 de marzo de 2012

¿DISPLICENCIA O INDIFERENCIA?






Es muy perturbador ser testigos permanentes de la manera que las personas dilapidan un recurso tan valioso, como el tiempo. Al parecer están tratando de que pase más velozmente de lo normal y no tienen ninguna proyecto de vida o de otra naturaleza que les cause interés para su aprovechamiento.

No están orientados en ninguna dirección, no hay metas en su camino, no tienen un plan a seguir, viven bajo la consigna de estar a la carta, como en los restaurantes, lo que encontremos eso comemos. Es la idea sin variaciones o alternativas, como se presenten las cosas, las seguimos, un conformismo a la situación presente, donde el individuo no hace nada para cambiar o variar el rumbo de los acontecimientos.

En este sentido las personas se parecen mucho a la chayota, que el sabor se lo da, los demás vegetales o legumbres y ella los absorbe, porque es sin sabor. Son individuos sin motivaciones, que respiran porque es una función orgánica autónoma del sistema respiratorio, seguramente que si tuvieran que activarla morirían asfixiados.

Parece que lo único que despierta en ellos las pasiones es el destructivo vicio del alcohol y vez tras vez los vemos alrededor de una botella de caña clara, como abejas alrededor del panal ¿que aconteció a estas personas para dedicarse a una vida tan absurda e improductiva? Verdaderamente que no se encuentran razones, porque si se  argumenta que no han tenido oportunidades, eso sería negar la realidad; he hablado con algunos de estos individuos para conocer acerca de sus ideas y pensamientos, así comencé un dialogo con uno. ¿Qué tal como están las cosas? Muy bien no me puedo quejar. ¿Y el trabajo? Bueno recogiendo latas hago entre ocho y diez mil (8 y 10.000) diarios; ¿y con eso paga la comida?, no, yo no pago nada, no tengo necesidad, tengo dos comedores populares donde voy a comer. ¿ y qué tal es la comida? Buenísima, medan de almuerzo casi un pollo entero o un buen bistec y un litro de jugo o de leche, además de un postre, que a veces puede ser un pedazo grande de patilla o varios cambures, dependiendo del día. Nunca soy capaz de comerme todo lo que me dan. ¿Y porque tiene dos comedores? Ah porque en el segundo llevo un embase para el almuerzo y ese lo guardo para la cena. ¿Y donde duerme? Le cuido un negocio al portugués de la esquina y me deja quedar en la entrada del negocio. ¿Podría ir a comer mi persona a alguno de esos lugares ? claro que si, yo lo invito, si quiere a la hora del almuerzo, lo llevo y lo presento como un compañero y ahí tiene la papa segura. No le pregunte que hacía con el dinero, pues viéndolo que de cuando en vez se echaba un sorbo de caballito enfrenado, la respuesta sin preguntar era más que evidente.

A estas personas jamás se les podrá ayudar dándoles sin ninguna condición, ni costo las cosas, es perpetuar en ellos las oportunidades de seguir en la corriente destructora de los vicios, la indolencia y la indiferencia. Nunca podremos rescatar a quien no le exigimos responsabilidad de ninguna clase, las motivaciones pueden ir revestidas de las más sanas y buenas intensiones, pero al enfermo de indigestión, no lo curaremos dándole más comida, lo primero que tiene que suspender es la ingesta de alimentos y a los alcohólicos,  drogadictos y personas que tienen prácticas nocivas, que atentan contra la salud física y espiritual, jamás los ayudaremos propiciando mecanismos muy bien intencionados, pero fatalmente inocuos, como es el sostenimiento sin ningún compromiso, ni siquiera con ellos mismos.
Para curarlos hay que exigirles compromiso y si no es así, todo lo que se intente en este sentido estará destinado al más frustrante fracaso. Pero si hay esperanza, todos los que estén en estas o aun peores condiciones, solo necesitan venir a Cristo. Él lo declara así: el que a mi viene yo no le echo afuera. Pruébalo, que será la mejor decisión que puedas tomar en tu vida.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.




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