lunes, 12 de marzo de 2012

LO QUE SOMOS





El ser humano por las características que lo definen, las cualidades que lo destacan, las debilidades que lo marcan y la imagen y semejanza con su Creador que lo identifican, es asombrosamente diferente uno de otro, teniendo múltiples cosas comunes, de allí hayan tan variadas diferencias en su comportamiento y tenga tantas facetas en su modo individual de percibir las cosas, unido a esto está la cultura, el medio ambiente, la situación geográfica, la época, la religión, solo para señalar algunas cosas que pueden causar variantes en su decisiones y pensamientos.

Seguramente que un chino de la provincia Heilongjiang en la parte más septentrional de china, pensara muy diferente aun maracucho y si es seguidor del taoísmo, todavía habrá más diferencia, si tiene sesenta años y el otro veinticinco, se acentuaran más aun , que tal si es médico y el otro taxista, si el uno habla cuatro idiomas y el otro solo la lengua materna, si uno tiene como hobby el alpinismo y el otro el béisbol, el uno se ha divorciado dos veces y tiene ocho hijos y el otro es soltero y no tiene descendencia, el chino será amarillo y el maracucho café con leche,  uno es mascador de chimo y el otro es aficionado al te verde, podemos seguir especulando infinitum sobre las diferencias que hace de cada ser humano alguien único y especial, pero al mismo tiempo podemos mostrar las cosas comunes que también son infinidad y que hacen que podamos converger en la misma autopista de la vida para caminar con la característica más marcada de todas: somos seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios.

A pesar de todas estas situaciones que vivimos hay un marco referencial intrínseco que es denominador común para todos: tenemos conciencia y razón y venga de donde sea nunca podrá liberarse de ese juez interior que le pide cuentas por lo que hace mal hecho y  le da asentimiento cuando actúa correctamente y de la capacidad de razonamiento que lo lleva a ejercer libremente el pensamiento, este en la condición que este.

Hay ateos que dicen, que no necesitan creer en Dios para comportarse bien y ser buenas personas y estoy de acuerdo, porque aunque neguemos la existencia de Dios, no podemos librarnos de los elementos orgánicos del cuerpo, ni de la composición espiritual del alma y el espíritu que son los que tienen los genes de Dios y hacen del hombre un ser tricótomo. En ese aspecto debemos de tener algo bueno estemos de acuerdo o no y eso es lo que hace que sin quererlo, hagamos cosas buenas.

El avance científico en el conocimiento de la composición orgánica del hombre ha sido formidable, llegándose a desentrañar el genoma humano, dándole alas a la ciencia para teorizar sobre la vida en el futuro sin enfermedades hereditarias y la idea de reforzar las defensas de los sistemas del cuerpo humano para inmunizarlos contra las enfermedades bacterianas o virulentas, prolongando la vida terrenal hasta el punto de poder decir que llegaremos ser eternos. De hecho las vacunas hacen este tipo de trabajo sobre muchas patologías ambientales y la medicina preventiva minimiza los riesgos de contraerlas, pero a nadie se oye hablar sobre la enfermedad más destructiva y mortal de todas y para la cual el científico nunca podrá conseguir el antídoto por medio de la investigación y la más alta y sofisticada tecnología. Esta plaga imposible de erradicar por mecanismos humanos: es el pecado.

Este a su vez es la más letal y mortífera plaga que ha azotado a toda la humanidad si compasión y sin tregua, ocasionando todo tipo de enfermedades físicas y espirituales que llevan al deterioro del cuerpo y finalmente a la muerte física, pero lo peor de todo es que si morimos físicamente sin haber sido vacunado contra el pecado morimos eternamente y esa es la muerte definitiva para un ser humano, porque es irreversible y para siempre. Aunque estés muerto en delitos y pecados, Cristo tiene el poder para darte vida en abundancia, tanto que es eterna, siendo de la única manera que se cumple el anhelado sueño de los hombres de obtenerla. Recuerda el que cree en Cristo aunque este muerto vivirá… y para siempre.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.



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