Es el resultado de la armonía interior, que a su vez viene por tener y disfrutar la libertad, la cual consiste en estar sin ataduras espirituales, vivir sin temores que son los que enclaustran el espíritu y le impiden la autodeterminación y la bienaventuranza de la emancipación.
La armonía interior es consecuencia directa de no tener cuentas pendientes con nadie absolutamente, no hay preocupaciones que erosionen la tranquilidad, porque aun a las preguntas existencialistas le hemos encontrado la respuesta y estamos consientes ¿de dónde vinimos?, cual es nuestro origen, ¿porque estamos aquí? sabemos nuestra misión, ¿A dónde vamos? conocemos cual es el lugar donde pasaremos la eternidad.
Ese ha sido en esencia uno de los enigmas que más han angustiado al hombre en todo su historial sobre la tierra, pero por una sola y única tozuda razón: ha querido tener una explicación usando su capacidad intelectual, dejando a Dios sin tener que ver en el asunto y ese fatal error lo ha llevado a la desesperación extrema de cuestionar su existencia y a preguntar capciosamente ¿Dónde está Dios?
Todo esto es signo de la ausencia de paz y que nunca lograra conseguirla sin la participación directa del que la produce, podemos pensar en los resultados para la humanidad si todas las fuentes de agua se secaran, desaparecieran, se terminaran, ¿habrá algún cabezota que asegure que las cosas continuaran igual? Es el mismo caso del ser humano que quiera la paz sin recibirla del Hacedor de ella. Porque lamentablemente no viene por arreglos entre las partes, por imposición del más fuerte o por decreto de los gobiernos, ella tiene su origen en Dios y El es quien la da, si alguien la quiere recibir bajo sus condiciones abaladas por su justicia perfecta y refrendada por su misericordia infinita está disponible en todo tiempo y lugar.
La genuina y verdadera paz nada tiene que ver con un armisticio entre dos facciones en conflicto, con la firma de un tratado entre naciones en pugna o con la imposición del bando que gane el enfrentamiento, porque no está condicionada a acciones punitivas o coercitivas, sino al perfecto amor que hecha fuera el temor y ese solo proviene de Único y Verdadero Dios manifestado en Jesucristo.
La paz de la que hablo no está sujeta a las condiciones existentes del presente y del entorno en que estemos, porque alrededor nuestro puede estar bramando una de las grandes tormentas de la vida, el aire enrarecido por las estelas sofocantes de la humareda de bombas y misiles puede estar tan viciado que se haga visible, pero esta paz interna que surge del conocimiento y de la relación que tengamos con Dios, ninguna causa externa la eliminara, porque no depende de lo que pasa o deja de pasar, depende de lo que somos en Cristo Jesús.
Todos queremos la paz pero generalmente bajo nuestras condiciones y de esa manera nunca se conseguirá porque simplemente el que la creo, el que tiene título de propiedad y derecho de autor sobre ella, con toda certeza es el que sabe mejor como se debe recibir y bajo que condiciones la puede otorgar. Si la quieres solo acepta su única condición: que seas justificado por medio de Jesucristo y entonces tendrás paz para con Dios. ¡de ti depende.!
Por el pastor: Fernando Zuleta v.
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