Las cosas terrenales reciben la influencia de la poderosa ley de la gravedad y todo lo que rodea la atmósfera está supeditado a ella. Fuerzas activas tan poderosas como el viento o el agua, son direccionadas por el poder gravitatorio, los músculos y la piel del ser humano pierden las batallas con la guerra declarada contra todas las cosas por la gravedad y terminan inclinándose ante el persistente llamado a integrarse a hacer una sola con ella.
Hoy se hacen cirugías llamadas estéticas y se promete en la mayoría de los caso a las féminas, que por condición innata son coquetas, a levantar los glúteos o las mamas y de esa manera querer burlar el continuo llamado a la integración terrenal, en algunos casos por un tiempo limitado se consigue con estos artilugios propios de la humanidad retardar el proceso indetenible de la naturaleza, pero al final, se inclinaran ante su fuerza permanente en el tiempo y el espacio. Porque tierra eres y en tierra te convertirás, sentencia implacable, que solo Dios mismo puede revocar y todo lo que el hombre haga al respecto tendrá el poco atractivo rotulo que diga: “intento fallido”.
A lo que Dios le ha puesto su impronta, no podrá ser cambiado jamás por sus criaturas, máxime si se hace contradiciendo sus normas, no deja de ser patético el empeño de engañar a la naturaleza y querer burlar sus leyes recurriendo a artilugios propios de la condición humana sin Dios. El Señor de Señores podrá cambiar lo que se le antoje por sus atributos de aseidad e inmanencia que posee, pero no a las criaturas por la condición de dependencia total de su Hacedor.
Quien quiera ser vencedor en las rudas batallas de la vida, por fuerza mayor tendrá que unirse al general que las gana todas y no, pelear contra El, pero muchos elijen lo imposible y desafían al Rey de Reyes a combates que antes de iniciar ya están perdidos, de manera que llevaran el sello como marca indeleble en su frente donde es más visible que dice: ¡perdedores!
Todo lo contrario de lo que Dios quiere y declara para el ser humano, cuando afirma con determinación: en CRISTO SOMOS MAS QUE VENCEDORES.
¿Quieres ser perdedor o vencedor? Es tu elección.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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