El que culpa a los demás por su infortunio, es porque no
tiene la capacidad para superar los escollos del camino, culpar a otros por
nuestra condición es reconocimiento tácito de la imposibilidad de vencer los
obstáculos, la marcada tendencia de que otros son los responsables de nuestra
infelicidad es renunciar a encontrar el camino que produzca la felicidad, cada
vez que endilgamos a los demás las
causas del infortunio renunciamos a los valores y admitimos la cobardía como
acompañante.
De nada sirve decir que por culpa de otros estamos mal, eso
no remedia la situación, lo único que la cambia es hacer lo necesario para
revertir la situación, porque los lamentos no arreglan el caos, sino las
acciones que se ejecuten.
Es indudable que es fácil determinar que los demás son
responsables por nuestras penurias y la psicología, hace un trabajo funesto al
convencer a individuos que no desean
superar etapas, que ellos no tienen nada que ver en los problemas que padecen, porque dirigen
sus baterías a responsabilizar al entorno, haciéndoles creer que el medio donde
se desarrollaron es directo responsable por sus desmanes o que los padres por
no estar capacitados para criarlos con rectitud, son los causantes de las
calamidades que padecen. Total si alguien merece ser enjuiciado por las anómalas acciones es el medio ambiente o la familia, pero el que comete los ilícitos es
solo una débil víctima de las circunstancias.
Transferir la culpa ha sido siempre un escape para tratar de
impedir que la conciencia ejecute su rol de juez interior y así vivir sin
aceptar responsabilidades por las malas ejecutorias, esto se parece mucho a la
falsa religión que prohíbe sacrificar animales, porque consideran una interrupción en la
transmigración del alma al creer en la reencarnación, cuando un seguidor de esta peculiar creencia fue encontrado
pescando, al preguntarle si eso no está en contra de sus principios doctrinales,
aseguran que no, porque él no es culpables si al sacar el pez del agua, se
muere.
Es exacto como tener una pistola y dispararla contra alguien
asesinándolo y el indiciado responde ante la incriminación del juez, que él no
es culpable si al apretar el gatillo el arma se dispara, también podría decir
que el responsable es quien fabrico el
artefacto homicida o el que se la vendió, de esa manera se conseguirán
culpables hasta el infinito y jamás se hará responsable por lo sucedido.
Así por el estilo estamos
ocupados en transferir a los demás
las equivocaciones propias que en admitir que son nuestras, el resultado
de esta pésima propensión es que jamás superaremos las fallas personales y nunca corregiremos
los errores individuales o colectivos.
La pasamos culpando al clima por las malas cosechas sin
tener en cuenta que con la mala explotación de los recursos naturales fuimos
los causantes directos de todo desequilibrio ecológico y que de allí se derivan
esos cambios tan abruptos en la naturaleza.
Si el hombre no acepta así mismo como propiciador de todos los males
que lo aquejan, nunca encontrara soluciones a sus problemas, algunos son tan
descocados, que tienen la temeridad de hacer responsable al mismo Creador por
sus pésimas ejecuciones. Diciendo con desfachatez indolente, si soy pecador, es
porque hay una ley que me dice lo que es pecado y un Dios al que ofendo por su
violación, si Dios no hubiera hecho la ley, nada me condenaría, de manera que Dios
es el responsable de que peque. ¿No es esto el colmo de la necedad? Saque sus
propias conclusiones.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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