Oyendo a los
políticos negando con toda pasmocidad la realidad, hablando con seguridad
impresionante de mentiras monumentales, me queda solo pensar que fueron
graduados con honores en las academias de los histriones, porque hacen extraordinario
el rol de actores curtidos en el oficio,
no parecen ser políticos, ya que manejan
con asombro el escenario de la actuación, para hablar de esa manera tan grosera
a millones de personas a nivel nacional y sin saberse a cuantos en el
internacional, me pregunto ¿pensaran que negando la verdad, se conseguirá su
ocultamiento?.
Es impresionante como haciendo malabares con las situaciones transforman con las
palabras los escenarios de perdedores en seguros ganadores. No tienen la
gallardía de reconocer los signos que indican que están siendo sostenidos por
un bordón de tripa y que en cualquiera sea el momento se doblara sin remedio.
Se sostienen en la carrera por el impulso que obtuvieron al iniciarla, pero a
medida que ha ido avanzando es inevitable que habrá una parada abrupta que los
hará rodar sin puntillas como a los toros cuando en el volapié final la espada
atraviesa su corazón matándolos de ipso facto.
Cuando no se reconocen los tiempos en que estamos inmersos, se corre el terrible riesgo de
que las situaciones se vuelvan en contra y sean imposibles de evitar dando como
resultado la perdida absoluta de lo que creímos tener bajo control.¿ qué
extraña fuerza hace que el hombre se rehúse a aceptar una derrota sin opciones
de triunfo? Un maestro del ajedrez cuando sabe que la partida esta perdida,
inclina su rey, dándole la victoria a su contrincante, tiene más honor y sensatez
al hacer esto que esperar que le den
jaque mate.
Para
mí, el poder enajena, anula la capacidad
de ver la realidad y obstruye las vías de la moderación, me parece que se
cierran todas las rutas para transitar por el camino de la lógica y como última
medida de preservación nos agarramos del primer cable que creemos que nos pude
sostener sin saber que es una guaya eléctrica de alto voltaje que terminara electrocutándonos.
El miedo mórbido de perder el poder, la posición
cimera o las prebendas, con las calculadas secuelas, tiene más capacidad para
hacernos seguir en causas perdidas, que todo el cumulo de pruebas que se puedan
esgrimir en contra.
Parece que
el sopor que produce la contradicción, aletarga y deja sin capacidad de
reacción a los que se hunden en el mundo de las utopías, creyendo que sacaran
petróleo en los posos que han agotado su capacidad productiva.
Son ciegos mentales que son incapaces de ponerse los zapatos de otros, ni imaginar los sufrimientos y sentimientos ajenos, según la teoría de la
mente, lo contrario es ponernos la piel del otro para experimentar lo que se
siente o porque lo siente y entonces podemos pensar en cómo ayudarlo a que
supere sus dificultades, esa debe ser la práctica del que ama al prójimo.
Por el
pastor: Fernando Zuleta V.
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