La visión por un embudo es estrecha y desconcertante
La visión a través del
cristal es del color del cristal
La visión desde las alturas es amplia y fascinante
La visión desde las profundidades abismales es oscura y
tenebrosa
La visión desde el
hombro de la amada es grata y apacible
La visión desde el torbellino es destructiva y peligrosa
La visión desde la
perspectiva del niño es tierna y maravillosa
La visión en el trance del dolor es negra y desquiciante
La visión desde la
quietud es amable y pacífica.
La visión desde la libertad es amplia e infinita
La visión desde la presión es abrumadora y mezquina.
La visión desde la guerra es horrenda y tenebrosa.
La visión del ateo es inquietante y desconcertante.
La visión del creyente
es segura y fidedigna.
En resumidas cuentas,
tu visión del mundo depende de tus perspectivas, tus convicciones y de los
valores que hayan hecho huellas en tu existencia.
El hombre sano de mente
y espíritu ve las realidades, el farsante distorsiona esa realidad, porque su visión
esta empañada con todas las artimañas que ha creado el falso concepto de la
verdad.
La imagen nunca puede
verse nítida si miramos por cristal fragmentado, esa cantidad de fracturas
impiden ver las cosas como son y su imagen es distorsionada y alterada hasta el
punto de ser imposible su identificación.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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