El cielo
cuenta la gloria de Dios y la tierra la tragedia de la humanidad, no sabemos con
exactitud, cuanto es el tiempo contado en años que existimos, lo que si sabemos
a ciencia cierta es que por ser indiferentes a Nuestro Creador, el avance del
hombre es nulo y bien se puede contar como retroceso. Si, se nos entrega una
quinta para vivir y solo tenemos que darle mantenimiento y al pasar algunos
años cuando venga el dueño a ver su estado y la encuentra convertida en un
rancho, no será lógico pensar que nos echará afuera sin ninguna contemplación y nos pasara factura por el pésimo comportamiento.
El paraíso que
Dios hizo, esplendido y fascinante, el hombre lo ha convertido en un infierno
en la tierra, esa es la razón porque muchos piensan que el real no existe, ya
que estar viviendo en este globo terráqueo es lo más parecido al averno.
Todas estas
penurias y dramas en que estamos inmersos tienen el rotulo de hecho en la
tierra, no es importado de otros mundos, son originales todas las fatales
creaciones, ellas fueron rubricadas y pasaron la prueba de paternidad irresponsable
del hombre. La cuestión es que cada descubrimiento que se supone sea para
mejorar, se convierte en arma destructiva, que se vuelve en su contra, aunque
su principal motivación sea para
beneficio; mientras Dios saca de las tinieblas luz, el hombre hace de la luz
tinieblas, siempre está contraviniendo las normas del Arquitecto del Universo,
porque no sabe interpretar sus planos o porque los cambia usando la
arbitrariedad, y el resultado no puede ser otro que la depauperación en todos los sentidos.
Sostengo que
mientras no leamos el manual que da las indicaciones de cómo usar con propiedad
y de buena manera la creación divina, todo el uso que le demos a este
extraordinario cosmos, será pésimo y una manipulación sin sabiduría de lo que
existe lleva los riesgos implícitos de crear una hecatombe monumental.
Reconoced que
Jehová es Dios; Él nos hizo, y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo
somos, y ovejas de su prado. (sal.100:3) el empecinamiento del hombre por crear
soluciones a las dificultades de las que el mismo tiene la paternidad, sin
buscar en latitudes superiores la ayuda para salir de la debacle, hacen que cada
día se empeoren las cosas y se aleje más la posibilidad de revertirlas.
Se quejaba
un maestro de la carpintería, porque los ayudantes que llevaron unos muebles de
gran precio a su comprador, por mal manejo o por negligencia le rompieron la
pata a un sofá y vez de traerlo de
vuelta al que los hizo para repararlo, trataron de remendar la ruptura usando
martillo y clavos y lo que lograron fue hacer empeorar el problema y más notoria la falla y resultado
fue simple: el cliente devolvió la mercancía y cancelo el pedido. El que no
sabe hacer bien las cosas, por ley termina haciéndolas mal.
La especialidad
del género humano es echar a perder, dañar y degradar todo, lo que su Dueño
puso en sus manos para que administrara y cada vez que hace mal uso de tan
vastos recursos y por lógica consecuencia los resultados le son adversos, en
vez de buscar ayuda en quien tiene la solución, se empeña en poner remiendos
horrorosos y de mal gusto en cada cosa que rompe, haciendo del mundo una burda réplica
del original, cambiando tanto su diseño que solo se insinúa una irreconocible
silueta de lo que fue.
Nos ufanamos
de los logros y de seguro ese orgullo nos impide ver la realidad, porque todas
las conquistas sin atenuantes son en el plano material, hay una preocupación desmedida
por hacer todo lo que nos haga sentir cómodos en la parte física y externa,
pero ninguna por tener armonía espiritual, se ignora casi en su totalidad que
no somos solo materia y que el principal componente del individuo es
espiritual, porque es el que trasciende la eternidad, ya que el cuerpo solo es
el recipiente donde está el alma y el espíritu
y mientras el cuerpo tiene fecha límite de vencimiento, el alma y el espíritu son indestructibles.
El apego a
lo terrenal hace que todo gire en esta órbita, siendo adsorbidos en sus monótonas circunvalaciones y reducidos a hacer círculos concéntricos sin poder romper su hegemónica
gravitación.
Mientras edifiquemos solo para vivir en la tierra perdemos toda
oportunidad de disfrutar la vida eterna en compañía del Único Dios del Universo,
manifestado en Cristo Jesús.
¡Solo medítalo!
Por el
pastor: Fernando Zuleta V.
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