Hace algunos años vi en una revista colombiana en su
portada, unas rejas y a un
individuo de tras de ellas y su titular decía: el amor no tiene rejas. Nunca se olvidó esta esta visión y
el sentido de estas palabras.
Los seres humanos cometemos toda clase de atrocidades, porque
teniendo una mente tan poderosa la inclinamos hacia el mal y llega a tener tanto
dominio que somos controlados por los pensamientos perversos y estos derivan en
malas acciones. Quien tiene el control de la mente, tiene el control del
individuo y esa es la guerra declarada entre el bien y el mal, porque el que
ocupe la mente expulsa a su oponente y reinara solo. Imaginemos el reinado de la maldad sin
oposición y en un campo tan poderoso como la mente humana ¿entendemos porque el
mundo en que vivimos es malo?.
La maldad ha extendido sus tentáculos y en una operación
tenaza, amenaza con cerrarse y estrangular a todo el género humano, siendo los
mismos individuos quienes le han otorgado su fuerza y su poder mortal. Todo el que le da albergue a un asesino corre
el riesgo de ser asesinado, cuando se abren las puertas a la maldad, ella ocupa
todos los espacios y no deja resquicios para otro huésped.
Aunque esta es la terrorífica condición humana sin Dios, Él
puede liberar de esta prisión espiritual a todo el que acepte su plan
libertario, porque el amor de Dios no tiene rejas, ni fronteras, ni límites y
está por encima del bien y del mal.
Este plan de Dios para traer libertad al cautivo por la
maldad y el pecado, es el más alto precio que se ha pagado, al tener Dios que
hacerse hombre y como hombre ciervo, sufrir los rigores de ser un humano con
todas las implicaciones y riesgos que ello demandaba, fue el amor por sus
criaturas el que le dio la capacidad para el sufrimiento
atroz que paso, sintió y vivió, que sin embargo para la mayoría no ha sido
suficiente por cuanto no lo tienen en
cuenta y lo rechazan teniendo como fundamento que son libres de hacer lo que
les plazca.
La cuestión es que acogerse a esta tabla de salvación lleva
aparejado el paquete de renunciar a la antigua vida y recibir una nueva y tal
vez es el mayor escollo que tiene la humanidad por cuanto no quieren ser
diferentes, sino seguir caminando en la vanidad de su mente y en la compañía de
la dama negra de la maldad.
Profesando ser sabios se hicieron necios y su necio corazón
fue entenebrecido. Aun en esa lamentable condición si vienes a Dios, Él te perdona y te libera, porque su amor no
tiene fronteras. ¡Es tu decisión!
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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