martes, 20 de septiembre de 2016

LA TIRANÍA NUNCA RENUNCIA.



Todo tirano se rodea de adláteres incondicionales para que le mantengan el ego en las alturas, que es donde se deleita y se solaza el que sufre de la fatal megalomanía. Su equipo predilecto está compuesto por individuos indignos que carecen personalidad propia y la subordinan al jefe que los maneja como el viento a la frágil  veleta, que gira para el lado que el  sople. Estos no son hombre leales, sino serviles que se han despojado de todo grado de honor y han claudicado ante las pretensiones de quienes se creen superiores y no son sino canallas de siete suelas que viven la terrible pesadilla del delirio de grandeza.

El orgullo enaltece asta lugares insospechados, nadie conoce los límites de esta patología del alma, que nunca se sacia, en eso son iguales a los ricos, jamás les alcanza la vida para acumular la fortuna que desean.

Los gobernantes que llegan a disfrutar las mieles del poder sin recato ni cordura, nunca se separan de él, por decisión personal, por lo general mueren en su bunker combatiendo a sus opositores si se presentan revueltas populares que hagan tambalear su reinado o permanecen hasta que la muerte los reclame, porque de otra manera no claudican, ni abdican. Ejemplos hay por dosis al mayor entre los más sanguinarios y contemporáneos están sin ser exhaustivos, sino como información: Hitler, Mussolini, Franco, Ceausescu, Idi Amín, Sadam Husein, Muamar el Gadafi, LeónidasTrujillo,Mao Zedong  y un largo etc.

Todo gobierno tiránico que pierde el apoyo popular, se refugia en él poder de las armas y no duda en ningún momento en usarlas contra sus oponentes, porque el precio que le cueste en vidas para él no tiene ningún valor, lo que vale es permanecer ejerciendo la tiranía sin importar el costo, no han oído decir: defenderemos la revolución al costo que sea, eso no tiene otra interpretación, que no les importa un pepino lo que tengan que hacer para seguir ejerciendo su malhadado poder y tiranía.

No quiero ser pesimista, ni ave del mal agüero, pero por los vientos que soplan dejaran de correr los ríos con agua y correrán en su reemplazo los arroyos de sangre. Las mentes reprobadas no dan tregua, ni admiten cosas diferentes a lo que su distorsionada realidad les proporciona. Es hora de orar por un milagro, donde Dios intervenga de forma sobrenatural, porque por medios naturales está determinado que la barbarie se impondrá, por encima de la razón y el sano juicio.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.

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