El lado
oscuro del hombre no lo deja ver la luz que lo rodea, pero la luz siempre
derrota las tinieblas por densas que sean, entre más oscuro este el camino la lámpara
resplandecerá con más fuerza.Lo malo de
aferrarnos al poder es que nos vuelve ciegos, sordos e insensibles.
Dadle una palanca al necio y la usara para su propia destrucción, lo que sucede es que
mientras labra su propia tumba amplia el proyecto para arrastrar tras de sí a todos
sus seguidores, porque quien se está ahogando agarra a quien puede salvarlo y
los dos perecen en una abrazo mortal que impide los movimientos de ambos. Se funden en un nudo, donde las fuerzas
por sobrevivir se usan sin poder razonar, que terminan apurando el fatídico final.
Cuando los
puentes para cruzar a la otra orilla se han roto, él que quiere continuar con
la travesía tendrá que decidir cruzar, corriendo el terrible riesgo de ser
arrastrado por la furia de las aguas caudalosas y lo seguro es que fenezca en el intento, porque
cuando algo puede salir mal, sale mal.
El egoísmo es
tal vez la prisión más frecuentada por los seres humanos, debido a que todos
tenemos en nuestro interior una predisposición a retener lo inservible y esa condición
no nos deja ser de utilidad sino que nos convierte en estorbo para otros.
El mayor fracaso del hombre, no es por no haber alcanzado las metas que se propuso, sino
sentirse infeliz porque otro las conquista. Cuando no nos alegramos por los triunfos
ajenos, solo podemos hacer una mueca de desagrado al alcanzar el propio.
Todo experimento
trae asociado tres cosas:
Éxito.
2. Fracaso.
3. Conformismo
Comenzaremos por la última consecuencia. No continuamos porque creemos en
la imposibilidad de lograr lo perseguido.
El fracaso porque todo salió mal y renunciamos al objetivo.
El éxito porque logramos cumplir con lo propuesto, pero este no se mantendrá
si permanece estático y si nos negamos a
adoptar los cambios que lo mejoren y beneficien a la mayoría de las personas.
Los consejos
no son para los necios son para los sabios.
Por el
pastor: Fernando Zuleta V.
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