sábado, 3 de septiembre de 2016

EL SINDROME DE LA RANA HERVIDA



Cuando la multitud ruge, el poder de los tiranos tiembla.

Un pueblo con esperanza es maleable, un pueblo sin esperanza es un alud inesperado, que todo lo que encuentra en su recorrido lo arrasa sin contemplación, los pueblos que se enfervorizan se olvidan del peligro, porque  su desazón  anula las ideas y actúan como autómatas arrastrados por fuerzas impulsivas indetenibles.

Las turbas enfurecidas se olvidan de la mesura y despedazan todo equilibrio, irrumpiendo como feroces huracanes incontenibles dejando a su paso destrucción y ruina. Si, son solo grupúsculos pueden ser reducidos y exterminados, pero pueblos enteros enajenados, no habrá dique de contención humana capaz de controlarlos y se comportan como las ciertos carnívoros cuando atacan a un enemigo mucho más poderoso que ellos, que no importa la cantidad de víctimas sino la aniquilación de su oponente.

Ocultar la verdad no la hace desaparecer, eso  retarda un poco su evidencia, pero es imposible que la elimine, es una deformidad de todo sistema autoritario, los manipuladores de oficio que se encuentran en precariedad de condiciones, niegan con empecinamiento la realidad de los acontecimientos, es una constante de todos ellos. La tozudez hace que cierren los ojos para no ver, tapen los oídos para no oír y los anestesia para no sentir. El único sentido que ejercitan con abundante profusión es el de hablar, porque pierden hasta el olfato para no oler la nauseabunda atmósfera que los circunda.

Están siendo devorados por la realidad que los envuelve, pero no sienten, se cocinan en el agua hirviendo, sin darse cuenta que la temperatura ha sobrepasado los límites de poder resistirla, eso se llama el síndrome de la rana hervida, la temperatura ha ido subiendo con pausa pero permanente, no se dan cuenta que se están sancochando a fuego lento. Si lo llegan a descubrir, es cuando no hay remedio para el mal.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.


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