Cuando el día llega pueden pasar dos cosas: iniciarlo abatido porque recuerdas todos los
problemas que hay que enfrentar y dejarte arrastrar por el pesimismo llenando la vida de negras perspectivas o decidir que los problemas son parte cotidiana
de todos y que cada uno tiene solución y comenzar con optimismo a buscar la reparación
a cada dificultad dándole a la existencia un matiz de variados colores.
Las tempestades siempre aparecerán en el horizonte trayendo negros nubarrones y no podrán ser
eliminadas, por tanto hay que saber que tenemos que compartir nuestro entorno
con ellas, pero cosa muy diferente es aceptar la invitación a acompañarlas en su danza destructiva.
No estamos
para seguir lo que nos cause destrucción, sino para combatir lo que impida que
vivamos sin sobresaltos y avanzar en el medio de las vicisitudes doblegando
todos los estorbos que quieran impedir que alcancemos metas definidas, nunca
viviremos en la tierra sin escollos, y vencerlos es nuestra gloria, dejarnos
vencer por ellos es la ruina.
Siempre tendremos delante dos opciones y ambas están en abierta oposición: vivir o morir; vencer
o ser derrotado; avanzar o retroceder; amar u odiar; aceptar o rechazar, etc ,
etc.
Los valores
siempre son positivos y los anti-valores negativos, siendo todas las opciones
determinadas por el enfoque que le demos a cada cosa, el temperamento que le
imprimamos a las acciones y las decisiones que tomemos de estar en alguna de
las dos riberas. Nunca podemos ser neutrales siempre habrá una inclinación a algún
lado, por eso dice el refrán popular: no podemos quedar bien con Dios y con el diablo.
Cada decisión
que tomemos determina de que lado nos acomodaremos en la canoa para remar y una
cosa si es segura no podemos estar indiferentes si queremos alcanzar la otra
orilla.
Boga mar
adentro si quieres obtener pesca abundante, quédate en el margen y solo conseguirás
todos los desechos que el oleaje trae a las playas.
Por el
pastor: Fernando Zuleta V.
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