Se escondieron la luna y las estrellas
la bóveda celeste semeja un túnel tenebroso
esa oscuridad invade el alma y el corazón
no aparece en el horizonte una tenue luz
que alumbre el camino para recorrer
las tinieblas amenazan cual iracunda tempestad
se levantan como remolinos indomables
que en espirales cada vez más elevadas
se entrelazan
en diabólicos encuentros
originando un aluvión de fuerzas destructoras
sin límites ni control en su recorrido mortal
imposibilitadas de regular su temible poderío
son insensibles, no tienen espíritu, ni
sentimientos
avanzan atropellando sin medir las
consecuencias
como no tienen vida, llaman y recrean la
muerte
en su furor arrasan todo a su indomable paso
derribando lo que encuentran enhiesto sobre la
tierra
dejando tras sus huellas, la estela de la
destrucción
como marca indeleble de su portentosa fuerza
que sin contemplación en arremetidas
incesantes
convierten el horizonte en estepa solitaria
solo queda devastación y tierra asolada
que terribles son las tinieblas en el corazón
que formidables cuando cubren el alma
que pavorosas cuando contaminan el espíritu
que dantescas cuando arropan la vida
ellas solo se combaten con la luz espiritual
y esta solo la produce el Señor Jesucristo
nada las hará retroceder de tu camino
solo Cristo y Cristo en ti lo conseguirán.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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