Caras
tristes se ve en los niños venezolanos, rostros lánguidos que denotan días de
escasa alimentación, cuerpos endebles que representan las limitaciones a que
han ido sometidos por ayunos impuestos por la falta de comida, la escases de
dinero y la imposibilidad de encontrar lo básico para el sustento.
Madres con
las huellas delatoras en los demacrados rostros
marcan los tiempos de hambruna
que vivimos, sus marchitos ojos revelan los días de penurias que arrastran en
medio de la desolación que se antoja eterna y sin remedio, sus ajados
semblantes son el rastro delator de la tragedia que las agrede y las destruye, dejándolas exánimes y sin aliento ante la impotencia de encontrar soluciones a
la crisis devastadora.
Hombres
macilentos de mirada perdida deambulan como zombies, tratando de conseguir una
oportunidad para llevar algún paliativo para el hambre que está instalada en la casa y hace estragos perturbadores en
la humanidad de cada componente familiar.
¿Qué hacer
ante el drama descomunal que mina la esperanza y destruye la fe? Hay impotencia
y agonía, marcada en la languidez extrema de seres que ver pasar el tiempo y
sienten que en cada hora se agolpa la miseria con saña inmisericorde, golpeando
las entrañas y causando arañazos fieros en las vísceras que reclaman incesantes
ser saciadas del alimento que les falta.
Así llego
diciembre, mes de celebración por excelencia y con él los días de
esparcimiento, de compartir los buenos augurios y los especiales deseos de
bienaventuranza ¿pero cómo celebrar sintiendo las contracciones que hacen los
estómagos vacíos, porque carecen del vital elemento para vivir?
Se escucha
el llanto de los imberbes, que no tienen otra manera de reclamar, sino con el
lloro lastimero porque el hambre los azota sin piedad.
Nos robaron
la navidad, también la alegría y el sustento diario, ¿Quién puede estar
contento con hambre? No solo fue esta sino también las pasadas, aquí se acabó la expectativa por los diciembres,
porque la batalla diaria es para sobrevivir.
En estos días
hablando con un conocido, siendo las 7 pm me dijo me voy a dormir y al preguntarle
¿por qué tan temprano?, me respondió: por el hambre que tengo, de esa manera
puedo aguantarla hasta mañana, a ver que se puede hacer.
Otro en una
cola comiéndose un mango con concha y todo me comento: aquí metiéndole un embuste
a la barriga a ver si aguanto hasta que pueda conseguir un kilo de harina.
¿Quiénes son
culpables? Los gobernantes con políticas erradas y equivocadas que rayan en la imbecilidad,
acompañadas por el orgullo falso de que están haciendo todo lo mejor para el
pueblo, cuando la verdad es que lo han hundido en el lodo cenagoso de la
miseria y de la inopia total. Los políticos que sus metas son mantenerse a flote,
sin importar que el país sea arrastrado
a las profundidades submarinas donde solo hay caos y oscuridad.
Tanto la
clase gobernante, como la política son depredadores que solo ambicionan
adquirir reputación, reconocimiento o fortunas a expensas de la barbarie a que
tienen sometido al grueso de la población.
No daría una
antigua locha por ninguno de los dos bandos en que está repartido el país:
gobierno y políticos ¿Cuánto daría Ud.?
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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