Comenzó con
buenos deseos, grandes expectativas y magníficos augurios, cada uno hizo
cuentas a su estilo, saco conclusiones personales y espero el cumplimiento de
sus propósitos y la culminación de sus metas.
La
problemática del asunto es que no tenemos injerencia en las decisiones de otros
y de la misma forma lo que hacemos influencia a los demás, aun sin proponerlo,
sucede con nosotros.
No hemos
podido comprender que estamos entrelazados en el medio de un intrincado
laberinto del cual no es posible salir sin tener en cuenta el aporte individual
de cada uno en particular y de todos en general.
Mi amigo
cansado de su trajín diario, madrugones todos los días, riesgos en todo
momento, peligros constantes en la vía, estuvo durante un buen tiempo con la
idea de hacerse independiente y el incidente que lo convenció de que estaba en
lo correcto, fue el día que asaltaron el colectivo donde venia del trabajo,
tenía una chaqueta con algún parecido a las que usa un cuerpo de seguridad del
estado y cuando los atracadores lanzaron el quieto uno de ellos pistola en mano
se acercó a él, pensando que era un
funcionario, lo conmino a entregar sus pertenencias y cuando mando la mano al
bolsillo para cumplir con la demanda del delincuente , este pensó que iba a
sacar su arma de reglamento y le tenía
tan cerca la terrorífica pistola que al accionarla, la potencia de la misma le propino
un terrible golpe en la cabeza que quedó inconsciente, cayendo fulminado en el
piso del vehículo, se presume que los bandidos creyeron que habían asesinado al presunto policía y sin detenerse a
averiguarlo, tal vez pensando que abrían
más en el transporte y de inmediato
salieron en veloz y cobarde huida, dejando en shock a los asustados pasajeros.
Mi amigo solo
sufrió el golpe y por cosa milagrosa la bala no ocasiono lesiones a nadie, solo
quedaron desencajados, pálidos y descoloridos del susto los atribulados
pasajeros.
Así se
aventuró a iniciar un negocio con el dinero del arreglo y después de pasar 8
largos y tediosos meses haciendo la documentación requerida, los variados
trámites legales exigidos, conseguir el local, acondicionarlo y pasar todos los
filtros demandados, algunos de ellos pagando prebendas a los encargados de
otorgarlos, tener que sobornar a autoridades
y sortear todas las trabas burocráticas, logro al fin abrir las puertas de
anhelado negocio.
Pero se
encontró de frente con la especulación, el asedio permanente de los funcionarios de la sundde y la temible
inflación que en menos de la mitad del tiempo que uso para implantar el negocio
lo dejo en la carraplana.
Ahora está
haciendo trámites para abandonar el país, llego a la fatal conclusión que tiene
que escapar por la vida de su esposa, hijos y la propia.
¿Qué podemos
decir? ¡no huyas cobarde!. Estas corriendo un grande riesgo, tienes que dejar a
tu familia, no sabes cómo te puede ir,
tampoco conoces si tienes probabilidades de tener éxito y que tiempo tendrás
que pasar para estar otra vez con los tuyos, todo es incierto y no hay nada
seguro. Si, todo se reduce a posibilidades, pero hay una cosa que es real, sino
escapamos cuando se pueda de esta depauperada economía y de la insensibilidad
de este terrorífico gobierno, las lágrimas y la exudación serán sangre.
Esta historia
es verídica ajustada a la verdad y no es de un caso aislado, es de cientos de
miles que con algunas pequeñas variaciones han pasado o están inmersos en esta
fatal realidad.
Estamos en
un colosal encierro donde los que tienen las llaves de la hipotética salida,
las han extraviado con deliberada astucia impidiendo la apertura y creando un círculo
vicioso que amenaza con convertir en monóxido de carbono el poco aire que queda
para respirar, no necesitamos ser sabios, ni tener un alto cociente intelectual
para concluir, usando un término coloquial muy conocido, que “lo que nos viene
es candanga”
.
No son
visiones fantasmagóricas de una mente atiborrada por el pesimismo, son
realidades latentes que infieren el resultado de políticas del gobierno
desastrosas, que han hundido a la población venezolana en la más abyecta de las
miserias socio-económicas de esta patria que se ufana de glorias y conquistas
del pasado, no podemos vivir de las epopeyas pretéritas, tenemos que vivir de
las victorias del presente, evocar el pasado no garantiza el éxito o la derrota,
solo trae a la memoria una remembranza que causa ilusión o desencanto, pero jamás
solución a las dificultades que vivimos en el momento, quien se quede anclado
en el pasado, nunca podrá tener el éxito en el presente, ni esperar un futuro promisorio
que le garantice el reposo del vencedor.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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