Mientras
vivamos y tengamos la memoria buena, ellos siempre van a existir, no se trata
de olvidar, sino de impedir que seamos atormentados por ellos, para explicarme
mejor preguntare ¿Dios tortura? ¿Es causante
de nuestro dolor?¿de dónde viene la agobiante angustia por recuerdos de sucesos
lamentables?
Si conocemos
la misericordia de Dios, ¿porque no consagramos el pasado con todas sus
implicaciones al Sumo Creador?
¿Qué es lo
que impide echar toda nuestra ansiedad sobre El? Sabiendo con certeza que el
cuidara de nosotros.
Si estamos
seguros de que los que mueren en Cristo, están descansando en los brazos del
Señor ¿por qué somos tan egoístas de lloran cuando recordamos su partida, debido
a que no están sufriendo aquí con nosotros?
¿No es el
amor fuente de gozo?¿y no está escrito que debemos gozarnos con los que gozan?(rom:15:12)
si el que está en el reposo del Señor se está gozando ¿ no debemos gozarnos con
él?.
Me dirán también
aparece a continuación, que debemos lloran con los que lloran, si, y está más
claro que el agua cristalina. En toda perdida de un ser amado es inevitable la
tristeza, y es mandato acompañar al
doliente en su dolor, pero el duelo no puede ser perpetuo, el dolor no puede
ser perenne, ese estado indefinido sin consuelo, no es una acción de Dios,
porque Él es consuelo de los afligidos y sino estamos consolados por El, es de
suponer que algo no está funcionando bien en nuestra relación y dependencia del
Señor.
Las oleadas
de recuerdos ingratos solo se les pueden hacer frente con el gozo del Señor,
porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza. (neh 8:10b)
Mi siervo Moisés
ha muerto; ahora, pues, levántate y cruza este Jordán…(Jos 1:2) el luto por
esta terrible perdida había durado 40 días, pero no podía Josue y el pueblo de
Israel lloran indefinidamente, se cumplió el tiempo del duelo, por tanto Dios
le ordena: levántate y continua con mi propósito.
Nunca se ha olvidado a Moisés,
ni Dios ordeno que lo olvidaran, sino que continuaran con sus planes, porque
los planes de Dios no los impide ni la muerte, ni la vida, porque el cielo y la
tierra pasaran pero sus palabras no pasaran, porque todo lo que Dios ha dicho
se cumple inexorablemente.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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