No son las
sombras las causantes de la oscuridad del alma
allí no
pueden penetrar las penumbras, ni el reflejo de la luz
sobre un
cuerpo que proyecta su fantasmal figura,
son los
pensamientos que atiborran los meandros cerebrales,
obstaculizan las sinapsis al punto de impedir su conexión,
alteran las
ideas y anulan el entendimiento, trayendo el caos,
origen de
las tinieblas del alma, el espíritu
y la mente.
Las ideas y
pensamientos mefíticos detienen la electricidad
que hace que
la masa cerebral se paralice y deje de funcionar,
con ello
logra que la chispa eléctrica se detenga de inmediato,
impidiendo la luz que irradia el pensamiento bueno,
anulando
todas las conexiones mentales existentes,
dejando en
su intrincada formación solo oscuridad perenne
porque se le
dio cabida al mal y se desechó el bien.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo
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