Conocí a
carburo, un zamuro que consiguieron unos jóvenes cuando estaba pichón cerca de
la minas de cemento por los lados de Sucuta una región en los valles del Tuy,
municipio Lander del estado Miranda y se lo trajeron a la acequia, sector de
Ocumare, fue todo un acontecimiento, lo adoptaron y comenzaron a criarlo igual
que las gallinas y aprendió a comer desperdicios y a vivir como una gallina, aunque tenía
algunas raras formas que lo distinguían, aparte de su color azabache, uno de
sus pasatiempos favoritos cuando agarraba confianza era desanudar las trenzas
de los zapatos de sus amigos, habilidad que no tenía ningún gallináceo con los
que el compartía su vida.
Pasando el
tiempo cerca del lugar se murió un burro paria, que no tenía dueño, ni
dolientes y solo los zamuros reclamaron su cuerpo para darle cristiana
sepultura, carburo con su extraordinario olfato y el ADN que hervía en su
sangre no pudo resistir el llamado que su interior le hacían todas las hormonas
que en atropello incesante le comunicaban por misterioso código genético que él
tenía la obligación de unirse al festín, porque allí estaban todos la familia consanguínea
y él aunque tenía como familia adoptiva a las gallinas, su descendencia real
era zamurana.
Dio vueltas,
paseo de un lado al otro el lugar de pernota habitual, aleteo con fuerza
inusitada, hizo pequeñas carreras dentro del recinto y cuanta cosa fue capaz
para aplacar aquella ansia desmedida que crecía con ferocidad en sus entrañas, su instinto animal pudo más y siendo incapaz de controlar su ímpetu, al fin
vencido por ascendencia y herencia, se unió al banquete y contribuyo con
fiereza desconocida a practicar el arte de la mecánica zamura, porque en cuestión
de pocas horas habían desarmado por completo aquel recio
jumento.
La vida de
carburo dio un vuelco total, aunque nadie le dio información de quien era, estaba escrito en su código genético y desde
entonces compartió su vida, con los que lo criaron (familia adoptiva) y con los
que lo procrearon (familia sanguínea)
Ahora venía
en ocasiones y acompañado con su consorte, que con gentileza lo acompañaba,
pero solo hasta la alta copa de unos árboles cercanos y allí esperaba con
paciencia hasta que su amado hacia las visitas de cortesía, fue agradecido y
nunca olvido a sus rescatistas, ni a quienes se ocuparon de el en su niñez,
pero eso no logro jamás cambiar su naturaleza interna, que cuando se manifestó fue
imposible de controlar.
Ahora bien,
esto es para ilustrar de manera real, porque estoy hablando de un hecho verídico,
esto no paso hace mucho tiempo, puedo llevar a quien quiera constatar la verdad
de los hechos al lugar donde vivió carburo y que los mismos protagonistas de la
historia la ratifiquen si es correcta o la rectifiquen si hay inconsistencias,
porque fue real.
Lo que quiero
resaltar es que esto se asemeja mucho, ya en otra dimensión a los políticos que
conforman el psuv, porque en un 90% y tal vez más, todos fueron militantes de
los partidos que hoy adversan y señalan
como causa de los males de Venezuela, deslindándose, desligándose y rompiendo
con un pasado que los incrimina y los hace responsables y peor aún por medida
doble, porque ahora son los mismos maulas que dirigen al país y la han hecho peor,
fueron responsables en el pasado y lo son en el presente, solo que no tuvieron
el valor como carburo el zamuro del cuento de reconocer quienes son y siempre
van a tener puesto el traje de gallinas, siendo zamuros empedernidos.
Aquí lo que
queda es hacer una transfusión de sangre completa, porque toda la que tienen está
viciada y corrompida, teniendo en su torrente todos los elementos perniciosos
de la corrupción y la maldad, encaja muy
bien el famoso refrán venezolano: zamuro cuidando carne.
Estos son
los que están en las posiciones cimeras y son responsables de administrar
justicia y de hacer prevalecer las leyes. Venezuela patria querida, pueblo amado,
solo Dios con su infinita gracia y su poder sobrenatural podrá librarnos de tan
horrendo momento.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo
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