Si vivimos
somos capaces de sufrir,
el sufrimiento
es inherente a la vida,
forma parte
de la existencia misma
a nadie aísla, todos estamos incluidos,
no hace acepción
de personas,
es universal,
en todos lados se presenta,
no hay
vacuna que lo pueda prevenir
no existe remedio
para curar el mal,
ningún consejo
puede eliminarlo,
nunca está
en la lista de invitados,
el no necesita
de protocolos,
su presencia
aunque indeseada,
es común en todas latitudes,
no hay
barreras que lo frenen,
ni tiempo
que lo limite o detenga,
sufre el
niño en su inocencia,
la
decadencia del viejo no lo inhibe,
ni el amor
escapa porque es sufrido,
algunos
sufren de pavoroso miedo,
otros por la
tortura del deseo,
toma la
mente y la hace presa,
llena el corazón
de amargura,
el alma de
tristeza inmensa,
el espíritu de
desolación terrible,
cabalga sobre
los pensamientos,
los dirige
por caminos tortuosos,
hace de los
abismos su sendero
se alimenta
del dolor de los vivos,
nada sacia su destructivo andar,
solo la
muerte lo puede detener,
si en Cristo
se paso a la eternidad.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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