martes, 30 de diciembre de 2014

¿POR QUE NOS EQUIVOCAMOS?




Lo primero que pienso es que es debido a que no somos infalibles, por lo cual estamos en completa desventaja ante cualquiera de las situaciones inéditas que a diario vivimos y a veces sabiendo hacer algo bien con conocimiento y experiencia de por medio, sucede lo imprevisto y metemos la pata hasta las rodillas.

Las equivocaciones  son  muestras gratis de nuestra humana naturaleza, siempre proclive a cometer errores, bien debiéramos en ser menos severos con los juicios sobre los yerros   ajenos y más tolerantes con las faltas y deficiencias de otros, considerando que estamos hechos todos del mismo material y con fecha de vencimiento incluida.

De todas, todas, siempre hay mas predisposición a enjuiciar a quien se equivoca, que la de tolerar y comprender, esto lo expuso con  claridad meridiana El Señor Jesucristo cuando dijo: no juzguéis para que no seáis juzgados… ¿y porque miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mt 7: 1 y 3).

No puede ser más categórica y contundente esta afirmación, que sin lugar a dudas nos demuestra ese lado propenso a enjuiciar sin considerar en lo más mínimo la humana debilidad de la que todos somos participantes.

Las equivocaciones nos demuestran todo el tiempo la necesidad de superación y son a mi modo de ver una fuente inagotable de inspiración para crecer en los distintos campos en donde desarrollamos nuestra existencia, quien no aprende de las equivocaciones esta  siempre en franco retroceso y bastante separado de la superación que reclama la  cotidianidad diaria de la vida.

Las equivocaciones pueden ser inducidas, un amigo se encontraba en una mañana tratando de saber que falla tenía su vehículo, cuando apareció un conocido y le aseguro que el problema del motor era que la cadena de los tiempos que se había estirado y fue tan enfático y elocuente que lo persuadió de desarmar el motor y cambiar la pieza averiada, como el trabajo era grande comenzó de inmediato a echar llave, saco el radiador, el aspa del ventilador, la bomba de agua, tapa de la cámara, bomba de gasolina y así continuo hasta casi llegar a la caja de cambios buscando esa dichosa cadena, al promediar las 3 de la tarde se presento otro visitante y lo interrogo sobre lo que estaba haciendo, viendo ese derrame de piezas por todos lados y este le respondió, quiero cambiar la cadena de tiempos  que esta mala, a lo que esté haciendo la pregunta ¿Cuál cadena?  le dijo: si estos motores no usan cadena. Saque sus propias conclusiones.

Las equivocaciones deben superase, pero está claro que no con todas se  logra, ni  todos están dispuestos  a  hacerlo y algunos están sinceramente equivocados y es inevitable que los que están  ubicados en esta línea  se resistan a reconocerlo, porque lo de ellos es convicción de que están en lo correcto aunque estén en el error.

En forma general la incapacidad de reconocer la equivocación obedece más al orgullo, que a la ignorancia y nos mantenemos sin dar el brazo a torcer, por la idea infundada de que eso es sinónimo de debilidad ante las personas y jamás admitimos ser menos que nadie, pero de eso no trata el asunto, sino de ser ecuánimes y razonables y de tener el suficiente coraje y humildad para decir: perdón, me equivoque.

Estoy de acuerdo que la palabra más difícil de pronunciar en todos los idiomas y por todo el género humano es: perdón. Primero porque lleva implícito el mensaje de que estaba equivocado y segundo porque al reconocerlo se manifiesta humildad y casi siempre ni aceptamos la primera y carecemos de la segunda.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.


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