Lo primero que pienso es que es
debido a que no somos infalibles, por lo cual estamos en completa desventaja
ante cualquiera de las situaciones inéditas que a diario vivimos y a veces
sabiendo hacer algo bien con conocimiento y experiencia de por medio, sucede lo
imprevisto y metemos la pata hasta las rodillas.
Las equivocaciones son
muestras gratis de nuestra humana naturaleza, siempre proclive a cometer
errores, bien debiéramos en ser menos severos con los juicios sobre los
yerros ajenos y más tolerantes con las
faltas y deficiencias de otros, considerando que estamos hechos todos del mismo
material y con fecha de vencimiento incluida.
De todas, todas, siempre hay mas
predisposición a enjuiciar a quien se equivoca, que la de tolerar y comprender,
esto lo expuso con claridad meridiana El
Señor Jesucristo cuando dijo: no juzguéis para que no seáis juzgados… ¿y porque
miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está
en tu propio ojo? (Mt 7: 1 y 3).
No puede ser más categórica y
contundente esta afirmación, que sin lugar a dudas nos demuestra ese lado
propenso a enjuiciar sin considerar en lo más mínimo la humana debilidad de la
que todos somos participantes.
Las equivocaciones nos demuestran
todo el tiempo la necesidad de superación y son a mi modo de ver una fuente
inagotable de inspiración para crecer en los distintos campos en donde
desarrollamos nuestra existencia, quien no aprende de las equivocaciones esta siempre en franco retroceso y bastante
separado de la superación que reclama la
cotidianidad diaria de la vida.
Las equivocaciones pueden ser inducidas, un amigo se encontraba en una mañana tratando de saber que falla tenía su vehículo, cuando apareció un conocido y le aseguro que el problema del motor era que la cadena de los tiempos que se había estirado y fue tan enfático y elocuente que lo persuadió de desarmar el motor y cambiar la pieza averiada, como el trabajo era grande comenzó de inmediato a echar llave, saco el radiador, el aspa del ventilador, la bomba de agua, tapa de la cámara, bomba de gasolina y así continuo hasta casi llegar a la caja de cambios buscando esa dichosa cadena, al promediar las 3 de la tarde se presento otro visitante y lo interrogo sobre lo que estaba haciendo, viendo ese derrame de piezas por todos lados y este le respondió, quiero cambiar la cadena de tiempos que esta mala, a lo que esté haciendo la pregunta ¿Cuál cadena? le dijo: si estos motores no usan cadena. Saque sus propias conclusiones.
Las equivocaciones pueden ser inducidas, un amigo se encontraba en una mañana tratando de saber que falla tenía su vehículo, cuando apareció un conocido y le aseguro que el problema del motor era que la cadena de los tiempos que se había estirado y fue tan enfático y elocuente que lo persuadió de desarmar el motor y cambiar la pieza averiada, como el trabajo era grande comenzó de inmediato a echar llave, saco el radiador, el aspa del ventilador, la bomba de agua, tapa de la cámara, bomba de gasolina y así continuo hasta casi llegar a la caja de cambios buscando esa dichosa cadena, al promediar las 3 de la tarde se presento otro visitante y lo interrogo sobre lo que estaba haciendo, viendo ese derrame de piezas por todos lados y este le respondió, quiero cambiar la cadena de tiempos que esta mala, a lo que esté haciendo la pregunta ¿Cuál cadena? le dijo: si estos motores no usan cadena. Saque sus propias conclusiones.
Las equivocaciones deben
superase, pero está claro que no con todas se
logra, ni todos están
dispuestos a hacerlo y algunos están sinceramente
equivocados y es inevitable que los que están
ubicados en esta línea se
resistan a reconocerlo, porque lo de ellos es convicción de que están en lo
correcto aunque estén en el error.
En forma general la incapacidad
de reconocer la equivocación obedece más al orgullo, que a la ignorancia y nos
mantenemos sin dar el brazo a torcer, por la idea infundada de que eso es
sinónimo de debilidad ante las personas y jamás admitimos ser menos que nadie,
pero de eso no trata el asunto, sino de ser ecuánimes y razonables y de tener
el suficiente coraje y humildad para decir: perdón, me equivoque.
Estoy de acuerdo que la palabra más
difícil de pronunciar en todos los idiomas y por todo el género humano es:
perdón. Primero porque lleva implícito el mensaje de que estaba equivocado y
segundo porque al reconocerlo se manifiesta humildad y casi siempre ni
aceptamos la primera y carecemos de la segunda.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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