domingo, 21 de diciembre de 2014

LAS DIFICULTADES SON PARA VENCERLAS.



El valor de los individuos se manifiesta en la perseverancia, quien no tenga tesón para avanzar cuando las dificultades se multiplican a la velocidad de  los virus, claudicara irremisiblemente ante sus pretensiones y como el contrincante del juego  ciencia, inclinara su rey cuando se hace imposible impedir la derrota.

A veces las posibilidades se antojan inexistentes, no se ven, pero eso no significa que se han esfumado, sino que metidos en el túnel estrecho de las dificultades la visión escasea y la poca que queda se hace borrosa, a veces esto pasa por inexperiencia, otras por ignorancia, pero la mayoría por falta de aguante y resistencia.

Anécdota: en una salida a pescar en Higuerote uno de los componentes del equipo era invidente y los demás acompañantes que iban de otros lares  se sintieron amedrentados sin saber cómo podían reaccionar ante algún imprevisto, pero al fin superaron sus naturales temores cuando los de la otra lancha que conformaban el equipo, les aseguraron que ellos estarían pendientes y nada sucedería fuera de lo normal, pero sucedió y por corrientes marinas imprevistas y vientos inesperados fueron separados abruptamente y distancias considerables donde no se obtenía contacto visual y como la historia tiene su tiempo y aun no se disponía de la telefonía celular, la incomunicación fue total, así paso el tiempo y comenzó a aparecer la terrible oscurana que añadió más preocupación a los improvisados nautas y dieron inicio a las especulaciones y sobrevino el pánico, a todas estas el ciego permanecía imperturbable fumando tabaco y de cuando en vez extendiendo las manos para saber de dónde soplaba el viento y calcular su velocidad. En esta situación de emergencia el invidente hace una pregunta inesperada a sus atribulados acompañantes ¿aparecieron las estrellas? Aun no respondieron a coro, a lo que añadió, quédense tranquilos, no den marcha al motor para ahorrar el  combustible, yo me voy a dormir y cuando vean las estrellas me llaman. Pasaron algunas horas de tensa calma y  con tortícolis por mantener la cabeza inclinada mirando al firmamento se acercan expectantes al invidente y lo despertaron notificándole que el cielo estaba estrellado y hace la pregunta ¿ven una muy brillante y más grande que todas? Si responden al unísono, entonces enciendan el motor y avancen en dirección a ella. Cuando tenían unas dos horas aproximadamente, el ciego pregunta ¿que ven en el horizonte?, uno responde a nuestra derecha muy lejos aparece como un leve resplandor, cambien de rumbo y vayan en dirección de ese resplandor, pasados unos treinta minutos, ellos anuncian que se ven luces brillantes a la distancia el invidente ordena seguirlas, poco después aparecía la silueta de Higuerote y comenzó a dibujarse el atracadero, cuando pusieron los pies en tierra firme, el ciego se despidió dándoles las gracias por el paseo. Este hombre no veía, pero había pasado toda su vida en el trabajo de la pesca en el mar Caribe y tenía el mapa completo de toda la región en su mente y el solo necesitaba que otro viera las señales para el guiarlos a puerto seguro como en efecto sucedió.

Es posible que tú no puedas ver las posibilidades de vencer los obstáculos, pero eso no significa que son inamovibles o insalvables, lo que se necesita es insistir con otros métodos y otras formas, porque las dificultades existen para ser vencidas y hacer que ellas se inclinen ante la fuerza del tesón y la perseverancia de los que han determinado ser más que vencedores.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.

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