La paciencia la podemos definir
como la capacidad de esperar los resultados, sin que ese tiempo invertido mengue
y anule la resistencia hasta recibirlos. La característica más sobresaliente de
este valor humano, es la capacidad de aguante sin alterar el ánimo. De manara
general el que carece de paciencia en muy poco tiempo explota y da rienda
suelta a un pésimo socio que se llama ira, estos dos no son compatibles y no
pueden elegir como morada el mismo lugar. Donde hay ira no hay paciencia y
donde hay paciencia la ira no existe.
La paciencia en la Biblia aparece
como fruto de Espíritu, lo que hace que este íntimamente relacionada con vida
espiritual, esto la enmarca como un atributo de Dios transferible a los humanos,
pero es algo que exige disciplina y constancia y para que permanezca debe de
ejercitase con permanencia.
El secreto de la paciencia es mantener la capacidad de resistir sin que se termine la esperanza hasta alcanzar el objetivo, y el éxito consiste en acumular resistencia para el siguiente desafió que se presente, donde se requiere su presencia.
El que tiene paciencia domina
todo ímpetu visceral y siempre actúa con cordura, porque el cerebro es el que tiene dominio y no los sentimientos,
la paciencia controlo los impulsos del corazón y lo somete a obediencia y
reposo.
Hoy el mundo está dominado por
síndrome de la velocidad, nadie puede esperar y los nuevos descubrimientos
hacen que las coas sean más apresuradas, hasta hay especialistas en comida
rápida, lo que escuchamos con reiteración permanente es la queja: no tengo
tiempo para eso, esa moderna manera de
concebir la vida, hace de ella un ajetreo constante donde con seguridad, muy
pocos tienen tiempo para el disfrute y se debaten en un permanente movimiento
que los consume, sin dar opciones a la quietud, el resultado son la aparición de
enfermedades sicosomáticas con alta densidad de destrucción como el cacareado
estrés.
Pero el estrés es solo un síntoma
que puede ocultar entre bastidores una cantidad de patologías, que pueden
derivar en cualquiera de las alteraciones cardíacas conocidas (arritmias, infartos
del miocardio, etc.) Otras como las migrañas, jaquecas, cefaleas, dolores de
cabeza a intervalos regulares y con distintos niveles de duración e intensidad,
amargura de ánimo, propensión a la violencia, ataques descontrolados de ira,
ulceras pepticas etc. y un número no precisado de otras enfermedades, que
deterioran y hacen que la calidad de vida desmejore con alarmante rapidez.
La impaciencia es un enemigo
mortal en las buenas relaciones interpersonales y un pésimo acompañante en la
cotidianidad de la vida, pues mantiene en jaque a todo al que controla, con
reacciones repentinas con alta capacidad explosiva y potencialmente destructivas.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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