Lo que está aconteciendo en Colombia
relativo a las conversaciones de paz entre el gobierno y las guerrillas es para
celebrar, pero además es un espejo en el que debemos vernos, sacar buenas
conclusiones y obtener un aprendizaje muy barato de lo que para la sociedad
colombiana ha tenido un precio tan enorme en lo social, político y económico.
No hace falta llegar a los extremos de una confrontación fratricida y al desarrollo
de un estado beligerante, duradero y
terriblemente destructivo para buscar
soluciones a las diferencias entre las clases y posiciones antagónicas en la
política.
Ante las crisis de diferente índole y con la impronta de un empeoramiento,
que de seguir el rumbo terminaran rompiendo el dique de la resistencia tanto de
unos como de otros, no se puede llegar a sobrepasar el límite para comenzar la búsqueda de
soluciones, un refrán popular en Colombia dice: después de ojo sacado no vale
santa Lucia. En este momento cuando aun no se ha llegado a desatar la
confrontación directa y no hay fuerzas
armadas contrarrevolucionarias organizadas, es el tiempo oportuno de sentarse a
la mesa de negociación y llegar a acuerdos que beneficien a la sociedad y no a
los partidos políticos.
Treinta millones de venezolanos es una cantidad respetable de individuos y
es de suponer que la mayoría no está de acuerdo con dilucidar los antagonismos
por medio de la confrontación violenta que genera el uso de las armas, sin duda
cada uno tiene la opinión y desde todo punto de vista respetable, pero cuando
se llega a la conclusión racional que
nuestro enfoque no es correcto es indudable que debemos tener humildad para
aceptarlo y modificarlo. No podemos ser
tan obstinados como el capitán del velero, cuando en el puesto de mando el
contramaestre lo previno diciéndole o
cambiamos de rumbo a estribor o chocamos contra los arrecifes a lo que este
contesto: chocaremos pero el rumbo se mantiene y en efecto se mantuvo la
decisión a ultranza, pero también se obtuvo la consecuencia inmediata, el barco
termino hecho pedazos en el fondo marino y la pérdida fue abrumadora en todas
las latitudes.
Capitán si el barco va directo al despeñadero, no se pude mantener el rumbo
por temeridad o convicciones personales, tanto la nave, la mercancía como la
tripulación se pueden salvar con un simple viraje, lo que se necesita es usar
mas la mente que el corazón, la mente es para razonar, pensar dilucidar,
concluir y llegar a determinar cual opción es la correcta y ejecutarla, el
corazón es impulsivo, arrebatado, engañoso y mentiroso y no utiliza ni el
conocimiento ni la razón, sino las reacciones viscerales y las consecuencias de obedecerlo siempre son nefastas y perturbadoras ¿Cuál de los dos obedecerá?
Recordemos que los negocios son para ponernos de acuerdo y eso es en todas
la circunstancias, aunque hay buenos y malos negociantes, cuando se trata de
negociar la paz todos somos ganadores y ninguno perdedor.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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