lunes, 22 de diciembre de 2014

ORGULLO O DIGNIDAD



Muchos se niegan a perdonar vistiéndose con el decoroso traje de la dignidad, la cual es la condición  de alcanzar u obtener algo que nos realce y nos haga sentir apreciados por otros o merecedores del elogio ajeno, pero que no tiene nada que ver con elección personal, sino con la de los demás, en otras palabras otro es el que te considera digno, el que te indilga dignidad, pero si personalmente nos consideramos dignos, estamos transitando por el peligroso despeñadero del orgullo.

La dignidad es el reconocimiento de que otro es merecedor o poseedor de cualidades o virtudes y por ellas recibe el merito y se hace digno de tal o cual cosa.

El orgullo tiene la capacidad de ocultarse bajo las apariencias o encubrirse con trajes de distinta naturaleza y al estar vestido con atavíos prestados los usa solo para conveniencia personal engañando sutilmente a quienes no saben diferenciar lo falso de lo genuino.

Cuando alguien asegura que la dignidad de ser humano le impide perdonar las ofensas, solo  está recurriendo a un disfraz para ocultar su verdadero rostro que esta deformado por el odio, la venganza y el resentimiento y se ha puesto el antifaz que camufla muy bien su oculta personalidad.

El perdón no rebaja, ni minimiza al otorgante, al contrario lo eleva como individuo virtuoso y lo enaltece  haciéndolo digno de elogios y reconocimientos.

Quien no puede perdonar esgrimiendo el sentido de la dignidad, no tiene la más elemental noción de ella, un desconocimiento total de su significado y es huérfano absoluto de su presencia.

Orgullo y dignidad no son compatibles, no se mezclan por lo cual no pueden convivir, el orgullo si prevalece borra todo vestigio de dignidad y elimina todo rastro de misericordia,  pero si es la dignidad la que domina, hace que el individuo cada día se esfuerce, para ser verdadero merecedor de tan alta distinción.

El orgullo no da opción al perdón y de que dignidad habla quien se niegue a perdonar al ofensor, la verdadera dignidad es encomiada por tener espíritu perdonador y ser capaz de desterrar el odio y el resentimiento del corazón.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.






















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