Sabemos que la debilidad está en
la mente, que la incapacidad es mental, que la grandeza del hombre no está en
su cuerpo, que el poder de decidir no es físico sino mental, quien tiene mente
tiene todo y el triunfo en la vida comienza alimentando la mente con los
pensamientos que conduzcan a los hechos, y estos son concreciones no ilusiones.
La mente se alimenta de ideas y
pensamientos y entre mas se nutra con ellos más poderosa se hace, el quiere
mente mirifica tiene que llenarla de todo pensamiento grato, bueno, que siempre
este en dirección a hacer el bien, porque lo que tú piensas eso eres. Lo que
quieres ser en eso piensa. Lo quieras ser, debe de estar atiborrar tu
mente, saturarla de ese deseo, llena de ese anhelo, porque ella transmitirá por
medio de todas las conexiones sinápticas del cerebro a todo tu cuerpo su
voluntad y entonces cada célula de tu ser está recibiendo la descarga y la
información y así se dispondrá alma, cuerpo y espíritu a alcanzar
un único propósito en la existencia.
No puede haber divergencia en la
tricotomía humana para conseguir los objetivos, porque esa amalgama solo se
interrumpe con la muerte, mientras haya vida no existe posibilidad de hacer
división y en compacta unidad todos sus componentes marcharan a la victoria o
la derrota.
Fuimos creados para funcionar en
total armonía y para llevar a efecto cualquiera sea la tarea tiene que existir
acuerdo, los pensamientos no podrán estar divorciados de las acciones y estas
de las intenciones del corazón.
El problema surge cuando
convertimos la mente en un cóctel y pensamos en una gran variedad de opciones
sin decidirnos por alguna especial, esta clase de comportamiento recibe órdenes
y contra-ordenes, haciendo que sea imposible apuntar hacia un objetivo fijo,
cuando las fuerzas por más poderosas que sean apuntan en direcciones distintas,
el resultado siempre será nulo, ilustrare esto con lo que le paso a los
Picapiedra, en una oportunidad estaban lidiando con un pesado escaparate y
durante un buen tiempo no lograban ningún objetivo, hasta que Pablo exclamo ¡qué
difícil es entrar un escaparate! Y Pedro respondió ¿y no lo estamos es sacando?
¡Haga sus propias conclusiones!.
Hay que alinear los pensamientos
con las acciones y con todo lo que somos en completa integridad y esto
significa que no hay división en ninguna de sus partes, por lo tanto hay suma de todo, para totalizar todo con el
único fin de alcanzar la meta puesta adelante, viéndola y persiguiéndola sin desviarnos ni a derecha,
ni a izquierda, sin correr pero sin pausas innecesarias.
Hasta el amor reclama integridad
para que sea perfecto como está escrito: amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón,
(la voluntad) y con toda tu alma,( lo eterno) y con todas tus fuerzas,(la parte
física) y con toda tu mente; (el intelecto) y a tu prójimo( lo colectivo) como
a ti mismo (lo individual)(Lc. 10: 27).
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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