Tratando siempre de concertar
para hacer la vida llevadera nos
conseguimos con situaciones inéditas todos los días y nos damos cuenta de lo
difícil que resulta una relación que engrane y sea consecuente y mutua.
En las relaciones es imposible la
avenencia y la reciprocidad si los que intervienen no están dispuestos a ceder
en sus concepciones e ideas, por supuesto que no se trata de hipotecar la
personalidad para aportar más de lo que se tiene en aras de la marcha de la
comprensión, sino de saber cuál es el límite
hasta donde se puede llegar sin lesionar la individualidad.
Comprender a los demás se
constituye en un verdadera ciencia
cuando penetramos las capas superpuestas de aislantes que se han
utilizado durante todo el transito terrenal para cubrir carencias o situaciones
no pocas veces degradantes, que por temor o por miedo a que otros conozcan ese
mundo dramático y real pero oculto a todos y que solo compartimos con nuestro
fuero interior.
Es muy difícil que otro desnude
su alma y abra las puertas de los aposentos internos para que podamos conocer
todo lo que se ha guardado con celo extremo a los fisgones, que solo quieren
saber lo secreto para divulgarlo a los cuatro vientos.
ACNEDOTA: en una reunión entre
vecinos tocaron el tema de la problemática que causa el desconocimiento del
origen de los acontecimientos y la dificultad que resulta para comprender tales
situaciones sin disponer de toda la información necesaria y uno de ellos se le
ocurrió que debían conocerse mejor y propuso que cada uno contara sus
debilidades y flaquezas, se pusieron de acuerdo y el ponente de la idea comenzó
enumerando todo lo que guardaba y al final remato confesando que su falla gravísima era ser un
mujeriego empedernido. El segundo mostró con pelos y señales su lado oculto
y remato tildando de su mayor defecto de ser un pérfido voyerista, el tercero
contó todas sus manías, señalando que lo peor consistía en ser un aficionado
incorregible a las orgias, así concluyo la ronda hasta llegar al último que
también había fungido como secretario tomando nota de todas y cada una de las
intervenciones y después al finalizada su intervención declaro que su más
temible defecto consistía en que no podía guardan secretos y que todo lo sabía
de otros lo hacía de público conocimiento.
Ese es el gran temor que entraña
hablar a otros de las flaquezas personales, los que son incapaces de guardar
secretos de inmediato lo publicaran por las redes sociales y hasta el gato se
enterara porque no se dio carne en el almuerzo.
Es indudable que no se puede
contar todo lo que somos, ni guardar en secreto todo, ni compartirlo con todos,
hay que ser selectivos tanto para escoger con quien compartir y saber que se
puede compartir, porque no es sano ni espiritual, ni físicamente mantener en
una olla de presión todas aquellas cosas que nos causan angustia y frustración,
tiene que haber una válvula de escape para que no terminemos explotando, cuando
se han superado los límites de resistir la opresión causada por todas aquellas
cosas que internamente hierven y acumulan gases mortíferos como los volcanes
antes de hacer erupción.
Confesaos vuestras ofensas unos a
otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. (Stg. 5.16) más claridad
del asunto no lo conseguirá en ninguna otra parte y menos con tan pocas y
certeras palabras.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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