Solo cuando el recuerdo no te produce emociones negativas, es
que han sido curadas las heridas, si rememorar te trae ira, rencor u odio,
sigues siendo reo de las bajas pasiones y aun estas siendo prisionero de tus
sentimientos.
Los recuerdos ingratos tienen el poder de amargar los momentos
felices, esto siempre y cuando estén controlados por emociones negativas, ya
que su especialidad es mantener sometido a quien no ha logrado perdonar las ofensas.
Es difícil perdonar porque hay que someter el ego, bajarlo
del pedestal de la irracionalidad y quitarle el poder que le proporciona el
orgullo, no hay peor enemigo para vivir en paz que la soberbia, ella ciega,
tapona los oídos insensibiliza el alma y el espíritu. Esta hace el efecto de la
anestesia al ser suministrada al paciente, lo adormece y si se pasa, lo deja en
estado vegetal o lo mata.
Hablando con un amigo atormentado por la infidelidad de su
esposa y ante el dilema de perdonarla y seguir con ella o radicalizar la ofensa
y abandonarla en definitiva, le pregunte: ¿la amas? Si respondió, ¿estás dispuesto
a perdonarla? Si, reitero. Entonces añadí: amárrate los pantalones, porque
mantener tu decisión es solo para los hombres que son capaces de perdonar sin
condiciones y restricciones. Esto implica que bajo ninguna circunstancia traerás
el recuerdo al presente, que está prohibido decir por la causa que sea: ¿te
acuerdas de lo que me hiciste?, más aun, nunca podrás exteriorizar sentimientos
de dolor por lo sucedido ante ella y si alguna vez es tema de conversación lo
sucedido, que sea porque ella lo saque a relucir, porque para ti está vedado
hacerlo. Sí, no se hace de esta manera, lo primero es que tú no has perdonado
con sinceridad, por consiguiente la herida está abierta y no ha cicatrizado por
completo y ante esa realidad nunca se vivirá en armonía y en paz.
Si decimos
que perdonamos y el recuerdo nos atormenta, el perdón es falso, así que
perdonar no es olvidar, sino someter los recuerdos a las decisiones y una de
ellas es decirles voy a vivir en paz y a disfrutar de la vida a plenitud.
El perdón es grandeza de espíritu, el rencor es ruindad del
alma.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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