La vida nos coloca en situaciones de difícil elección, a
veces no estamos en la capacidad de elegir lo que conviene, convirtiendo la situación
en un galimatías. Aquí se tiene que hacer un alto en el camino y usar la reflexión
y sopesar con cabeza fría, el pro y el contra para tomar la decisión correcta.
Esta situación Sobre todo si afecta a terceros de forma
directa requiere mayor análisis, por cuanto nos hace corresponsables por las consecuencias derivadas de nuestros
actos en perjuicio o beneficio de otros.
Hago esta consideración, por la polvareda que con lógica razonable
ha levantado las conversaciones sobre la paz en Colombia, entre gobierno y
guerrilla.
Es evidente que hay opiniones divididas y era de esperarse porque
cada uno en su trinchera lanza la lluvia de dardos envenenados contra tirios y
troyanos, dándose por entendido que no están
de acuerdo, ni con el gobierno ni la farc.
Durante más de 50 años que se han estado combatiendo usando todos los métodos bárbaros y pasando por encima de normas reguladoras para las confrontaciones, es de suponer que ambos
contendientes se han ganado el repudio y la mala reputación de propios y
extraños, dadas estas circunstancias no podemos esperar que todo lo que
trataron en los acuerdos a que han llegado, esté libre de suspicacia por todos
aquellos que ven en esa reconciliación un triunfo de la guerrilla y una claudicación
del gobierno, hay que darles la duda razonable, pero no ser intolerables hasta
el punto de estar de acuerdo en que se continúe la matazón porque no llena
nuestras expectativas los alcances de la negociación, que usando la sensatez
le han puesto un alto a la guerra, habiéndose dado por entendido que ninguno tenía
reales opciones de triunfar por la vía más dolorosa y menos adecuada como ha
sido la violencia.
Pongámonos una mano en el corazón y otra en la cabeza, para
no actuar divididos sino con integridad, usemos las emociones, pero sometidas al control de la mente, para que demos respuestas con racionalidad a la
conciencia que es el juez interno que puede hacernos comprender lo bueno y lo
malo de esta disyuntiva, para decir sí o no a la paz.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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