QUIENES HAN SUFRIDO LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA, VALORAN
LOS BENEFICIOS DE LA PAZ, el
que ha vivido la guerra como amarga experiencia, siente la necesidad apremiante
de la paz, el otro enfoque lo dan los que saben de la guerra por referencias,
careciendo en absoluto del conocimiento práctico, lo que hace que sus presunciones
no tengan validez y carezcan de valor. Cuando alguien
tiene hambre de nada sirven las palabras
de consuelo y de empatía con su situación, la solución es práctica proporcionándole
comida, no teórica hablándole de la abundancia que vendrá en el futuro, el que
se desangra por una herida necesita atención inmediata para salvarle la vida,
no palabras de esperanza de un mundo mejor.
Quien vive
en guerra anhela la paz, quien vive en paz jamás desea la guerra, son dos
estados antagónicos, donde el uno es un vil laboratorio de muerte y el otro una
fuente de vida.
Hacer sonar
las trompetas que anuncian guerra es advertir que vienen tiempos de tortura,
caos y dolor, nadie en absoluto quiere el sufrimiento como aliado y solo en las
relaciones sado-masoquistas el dolor es reclamado por el masoquista como ingrediente
que estimula el placer, esta es una enfermedad del alma de algunos y no una condición
general de los seres humanos.
Mientras la
paz es vocación universal de la humanidad, la guerra es la marca de mentes
empequeñecidas por el odio, manifestación de desprecio por todo el género
humano, porque quien odia a sus semejantes se odia así mismo.
Todo el que
quiere vivir en guerra borra de su diccionario la compasión y la misericordia y
un individuo carente de estas virtudes, se asemeja a un recipiente para agua vacío
en el medio del desierto, que solo es una fachada externa de falsas ilusiones
para el viajero sediento que depende del vital líquido para sobrevivir.
La guerra te
conducirá sin poder evitarlo al despeñadero que lleva la muerte, la paz te conducirá
a la cima que proclama la vida.
Delante de
ti esta la elección: la vida o la muerte. ¡Tú decides!
POR EL PASTOR: FERNANDO ZULETA V
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