No estamos en el país de los duendes y de las hadas
madrinas, sino en uno donde todo es real y se hace necesario seguir las pautas
del tiempo para alcanzar las metas que deseamos, cuando un hijo es engendrado
comienza la larga espera para la madre de 9 meses, para verlo nacer, si el
embarazo no tiene complicaciones, es de suponer que el tiempo parecerá pasar rápido, pero si las hay, entonces solo lo que están
inmersos directos en el asunto son los que sienten lo lenta que se hace la
espera.
El refrán popular dice: no es como soplar y hacer botellas,
para dar a entender que ciertos asuntos tienen una dosis fuerte de dificultades
y que es necesario hacer esfuerzos y resolver los imprevistos sobre la marcha.
Hago
esta reflexión por la razón de los que exhiben una exasperante exigencia, porque
al firmarse el convenio de paz entre el gobierno y la farc no se ven los
resultados inmediatos, no se dan cuenta que en el último año y medio del conflicto se han
reducido en un 93% las víctimas en combates
entre los dos acérrimos enemigos, que ha habido un tiempo de quietud y las
personas que han estado rodeadas por la
guerra ya están recibiendo los beneficios sin haberse terminado por completo el
cese de hostilidades.
Son 52 años de confrontaciones armadas, donde al menos una
media docena de veces se ha intentado dialogar para poner fin a esta carnicería
humana y todas las anteriores han fracasado, dejando un amargo sabor de la
derrota a propios y extraños, ahora estamos a las puertas de poner candado definitivo
a todas las hostilidades y no es sensato
ponernos el traje del escepticismo y atacar con saña y maña a los actores del conflicto
sin tener la certeza de que será otro descalabro en el intento de acabar con
esta pesadilla de más de medio siglo.
Los que no se atreven a hacer lo imposible, no logran tener
conquistas de altura, está claro que enemigos de tan vieja data, con intereses diversos
y puntos de vista tan diferentes, no se van a poner de acuerdo de un día para
otro, tiene que haber consenso en todos los puntos tratados y eso entraña
muchas dificultades, máxime cuando están
acostumbrados al uso de la violencia para dirimir superioridades y no al dialogo
como vía de entendimiento.
A este proceso de paz hay que darle la oportunidad de concreción,
porque estamos a las puertas de alcanzar
un sueño que se había convertido en una alucinación, es bueno recordar una frase
inmortal del llamado genio del universo, Benjamín Franklin: Nunca
ha habido una buena guerra ni una mala paz.
Por el pastor: Fernando
Zuleta V.
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