Cuando no se tienen emociones, es porque somos cadáveres insepultos.
Nunca está prohibido sentir, lo contraindicado es permitirle
a los sentimientos el control de las emociones negativas, ya que el corazón es engañoso
y se comporta como el péndulo del reloj antiguo, está en un continuo vaivén,
sobre él no puede ser estructurado un comportamiento racional, porque su
constante movimiento hace imposible la estabilidad de cualquiera sea el
basamento.
Las corazonadas son como las ráfagas de viento, llegan
intempestivas y se van sin explicaciones, lo que queda es averiguar que ocasionaron
en su paso arrollador, cuando se deciden situaciones sin ser planeadas y dan resultado, decimos de manera coloquial, ¡la
pegamos!, pero esto es circunstancial y ocasional, en el mundo real no podemos
esperar a que las cosas sucedan, sino hacer que sucedan en el 95% de los casos.
Hay guerras porque hubo quien las planifico y las llevo al
terreno de los acontecimientos y en muchos casos se acaba, porque un bando
extermino, minimizo o sometió al otro, otras por abandono de uno de los
contendientes o en último caso por que negociaron el término de la guerra y el
inicio de la paz. Cualquiera sea el resultado, se tomaron decisiones, no fueron
producto del azar o de la alineación de los planetas los que resolvieron los
hechos.
En todo lo que hacemos intervienen las emociones, porque
tenemos sentimientos, a veces cuando alguien usa la barbarie, siempre se
escucha la expresión: no tiene sentimientos, si los tiene, lo que pasa es que
son impíos e inicuos.
El malvado se deleita viendo el sufrimiento ajeno, se especializa
en hacer lo perverso, sus pensamientos están enfocados en hacer maestría practicando
la infamia.
Por eso no podemos escuchar y menos seguir a quien está a
favor de la guerra y en contra de la paz, porque la primera es arbitraria y
soterrada con fines oscuros y siniestros, mientras que la segunda es solución unánime
de las partes involucradas, es trasparente y su propósito es el bienestar de
todos, puede ser que al principio no se obtenga todo lo que se quiere, pero por
lo menos se abren las oportunidades a un mundo mejor.
¡Tú decides!
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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