La trascendencia humana está íntimamente ligada a la
relación con su Creador, habida cuenta de lo que está estipulado por las normas
divinas, las cuales permanecen inalterables en el tiempo, así sean violadas
consuetudinariamente por el hombre, debido a que los decretos de Dios no son
proclives a la anulación o a la derogación, porque son con exactitud rigurosa
como su Creador, eternos y perfectos.
Parase que el ser humano no entiende que su paso por esta tierra es
más rápido que el recorrido de un rayo, del cual solo vemos por un instante una
luz fulgurante que rasga el firmamento y desaparece de inmediato, a veces vive
como si su estadía aquí fuera para siempre y se olvida por completo que esta es
sola una brevísima escala en su recorrido, que tuvo inicio pero no tiene final.
No ha logrado entender que al haber sido echo a imagen y semejanza de su
Creador tiene un alma imperecedera que lo hace único entre todas las criaturas
del universo y lo asemeja a su Hacedor en ser eterno, sea que pase la eternidad
alejado de su Señor o en su presencia, en ninguno de los casos se extinguirá.
Se barajan todas las
opciones, se dan innumerables interpretaciones e inagotable mar de
opiniones sobre las tres preguntas de mayor impacto existencialista ¿de dónde
vengo? ¿Quién soy? Y ¿A dónde voy?, todas las responde Dios en su Santa
Palabra, pero pocos están conformes con sus respuestas y quieren averiguar por
medios inadecuados lo que es imposible que lo expliquen las cosas hechas por el
Omnipotente Señor, dentro de toda diversidad
de objetos que hombre ha creado, lo que más admiración a despertado en mí, son
las fabulosas computadoras y de echo son lo más parecido a la mente humana que
existe, pero ella no puede por sí sola explicar su existencia, con simpleza su
constructor la llena de datos que almacena en su memoria y después al ser
manipulada ella da las respuestas, pero sus conclusiones no son originales,
alguien con mente más poderosa que sus sofisticados componentes la atiborro de
información y tanto es que puede dar respuestas falsas o contrarias a la
realidad y eso depende de quién haya colocado la información en ella.
Todo el apuro de los hombres de ciencia por encontrar
el origen de la vida solo tiene como premisa desvirtuar la verdad sobre ello,
porque están empecinados en demostrar que Dios nada tiene que ver en el asunto,
si están tan seguros, ¿para que gastar tantas neuronas, tiempo, dinero y la
sofisticada parafernalia científica en demostrarlo? Me temo que existe una duda
muy grande que genera el impulso permanente a encontrar la verdad donde no es
posible conseguirla, debido a que las cosas hechas no explican su origen, el
origen lo explica quien las hizo.
Todo lo creado, incluyendo a lo más portentoso que
conocemos, como es el ser humano dirá mucho de su Creador, pero jamás podrá explicar
su origen aparte de la información que le de quien lo hizo.
Se han devanado los
sesos pléyades de investigadores, para averiguar cómo se hicieron cosas
terrenales, elaboradas por personas, pero que no dejaron planos o manuales, ni
siquiera tradición oral, sin obtener resultados concluyentes y determinantes y solo hay conjeturas y teorías,
ejemplo emblemático son las pirámides de
Egipto y si no podemos llegar al conocimiento de verdades expuestas delante de
nuestros ojos, construidas por individuos iguales a nosotros, ¿Cómo llegaremos
al conocimiento de verdades ocultas, que surgen de la mente infinita del Gran
Yo Soy sin que Él sea quien las revele? Es clara y contundente la respuesta de
Dios ante tales pretensiones: profesando ser sabios se hicieron necios.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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