miércoles, 24 de agosto de 2016

CAIDA LIBRE



  • Cuando una persona se aferra al poder, usara todos los malabares y las triquiñuelas para no dejarlo  ir, el poder por su connotación implica hacer todo para mantenerlo, de manera que quien no acepta la idea de alejarse de él, recurrirá a acciones que van desde las fraudulentas hasta las peligrosas, uno de los métodos muy poco ortodoxo es  amedrentar, obstruir, y por ningún motivo descarta la violencia y la coacción para ejercer el control, aunque la autoridad se haya perdido.

  • Este estado es una condición de egoísmo supina que no evidencia otra opción que la que el presenta, por lo tanto es excluyente y vulgarmente tendenciosa. La manía de asirse  al poder es el resultado de una pobre condición humana patológica, porque actúa como el hipocondríaco, cuando es descubierta la realidad de su mundo imaginario, lleno de enfermedades y dolores físicos que solo existen en los laberintos de su mente atormentada. Desconoce los consejos y huye de la realidad.

  • El que se enferma con el poder no está en condiciones de prescindir de él y lo lleva acometer toda clase de acciones pervertidas para mantenerlo, en el caso concreto de los gobernantes no dudan por un instante en poner a funcionar la fuerza de las armas y la imposición por medio de la violación de todo principio ético y moral, pasando por encima de  estatutos establecidos, violando leyes y normas reguladoras en códigos y carta magna de los Estados.

  • El caso más reciente está pasando en Turquía, donde ha habido millares de muertos, miles de reos y un número elevadísimo de  destituciones gubernamentales y aquí ya está ocurriendo solo porque se anunció una marcha, donde las amenazas han pasado del temor controlado, al pánico desenfrenado, no hay enemigo más peligroso que aquel que ve amenazada su permanencia en el poder, son como los tigres heridos que atacan con furia destructiva y demoledora.
  • La fuerza y el carácter que manifiesten las masas determinara los cambios en la conducción del país, la manera de virar el rumbo solo tiene dos opciones, si los que están ostentando el poder suelten la manija para evitar un derramamiento de sangre, ahorrándole mucho dolor y tragedia al sufrido pueblo venezolano o que el pueblo pase por encima de la blandenguería y el conformismo de los politiqueros dando una lección de soberanía, determinando un cambio total y absoluto, de la primera no estoy muy seguro, pero la segunda es solo cuestión de tiempo, y como este avanza indetenible y es impredecible puede suceder en cualquiera sea el momento.

  • Estoy hablando como un hombre del pueblo llano, pasando por las vicisitudes de los que caminamos en medio del fragor de una guerra no declarada, donde la hambruna y todas las demás penurias que se viven a diario están llenando la copa de ira, resentimiento y amargura. Y cuando esta triada de sustancias amenazantes se mezclen en un cóctel de gases piroclásticos, su nube ardiente aniquilara a todo el que envuelva en su onda expansiva devastadora y letal.

  • El orgullo impide ver la realidad y aunque se esté en un campo minado, no se tomara en serio los riesgos de un desenlace fatal, hasta que se salte en mil pedazos al haber tocado el detonante de estas mortíferas e inhumanas  armas ocultas que la barbarie y la insensatez han creado para destrucción de su misma especie y cuando ya no existe ni la mínima posibilidad de revertir los efectos de tan desquiciante y obstinada determinación, con grito desgarrador dirán: ¡queremos paz!

  • Por el, pastor: Fernando Zuleta V.




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