jueves, 25 de agosto de 2016

LA PAZ ES MOTIVO DE REGOCIJO



Es motivo de celebración recibir la noticia de que se llegó finalmente a un acuerdo de paz entre la guerrilla de la farc y el gobierno colombiano, quienes tengan recelo o desconfianza, no se les puede  criticar, pues acostumbrados a ver y a escuchar tanta mentira es de suponer que tengan un escudo protector para repeler  la innumerable charlatanería a la que han estado acostumbrados por los políticos en todas las épocas y circunstancias, pero algo muy distinto es desconfiar y  otra es  estar en contra  del proceso pacificador, con certeza para los que han sufrido en carne propia el oprobio y han sido rebasados por el resentimiento, no querrán de ninguna manera que se firme la paz; el odio y el rencor siempre reduce la capacidad de pensar y no deja opciones a la negociación de la paz sino encuentra el cobro de facturas que satisfagan la sed de revancha implacable.

Siendo sinceros debemos notar que algunos no aceptan este camino que conduzca a la paz definitiva, por la simple pero egoísta razón de que no son ellos los que están negociando y como quieren vivir en primer plano, la única manera de ocupar posiciones mediáticas y obtener un vitrina que los promocione es haciéndose opositores, ocupando así espacios que llamen la atención, esto es llanamente un extravío de la personalidad que se llama en la psicología narcisismo.

Quieren ser el alma de la fiesta a la que no fueron invitados y como no son aceptados por los organizadores la boicotean y usan todas las armas arteras y ladinas para impedir que se realice, todo el que esté en  contra del proceso de paz en Colombia, necesita hacerse un auto-análisis muy concienzudo y si no logra entender sus bondades y alcances, tiene que buscar ayuda profesional de un experto en enfermedades mentales y de un capacitado guía en patologías espirituales, porque rechazar la paz esgrimiendo las causas que sean, no es de gente sana , sino de enfermos mentales y espirituales.

Perdónenme la crudeza, pero solo el perdón de las ofensas sean de cualquiera naturaleza, es el único antídoto conocido para encontrar la paz y no solo hablo de la paz entre contendientes en los campos de batalla, sino en el interior del ser humano donde se libra la más ruda y descomunal batalla entre el odio que nunca dirá si a la paz y la ley escrita en la mente y la conciencia que dice no a la guerra.

Parece que en muchos no causa ningún efecto todo lo acaecido en mas de 50 años de guerra fratricida y los números  irracionales de todos los desmanes acontecidos en esta vesanica  carrera a la destrucción del ser humano, al hablarse  de millones muertos, millones de desplazados, cientos de miles de secuestros, cientos de miles de desaparecidos, huérfanos y viudas al por mayor, hogares desechos en proporciones alarmantes , mutilados, paralíticos a granel, aparte de las secuelas incalculables en la economía y todos los males colaterales derivados de la ignominia de la confrontación armada, son razones suficientes para poner fin a tan monstruosa  calamidad.


No encuentro ninguna justificación para rechazar esta oportunidad que nos da el tiempo y la refrendación del Gran Yo Soy, porque ningún acto de guerra es aprobado por Dios y ningún acto de paz es desaprobado por El.

Por el pastor: Fernando Zuleta  V.

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